El desastre en el que se ha convertido la actual campaña citrícola se evidencia ahora en diferido en las cooperativas, que cuando finaliza la primera parte de la temporada realizan los primeros avances de sus liquidaciones a los socios. Pese al recelo que las entidades tienen en hacer público el precio al que pagan la fruta, lo cierto es que quienes ya han hecho los primeros pagos de clemenules no han abonado en ningún caso más de 16 céntimos por kilo, y en algunos casos no se ha pasado de los ocho céntimos.

Eso en el supuesto de las entidades que ya tienen claros sus números. Otros, como Nulexport, todavía no han pagado a sus socios ningún anticipo, lo cual evidencia que también para las cooperativas la campaña ha sido muy difícil. El gerente de esta firma, Pasqual Pla, explicó que de las temporadas citrícolas que ha vivido, que no son pocas, esta es «la más anormal de todas».

COSTE DE PRODUCCIÓN // Teniendo en cuenta que el coste de producción de un kilo de clemenules se sitúa, de forma aproximada, en los 24 céntimos, las asociaciones de productores aseguran que las pérdidas, que hasta ahora la Unió de Llauradors calculaba en 250 millones, serán mucho mayores. Tanto su secretario general, Carles Peris, como el portavoz de la Plataforma per la Dignitat del Llaurador, César Estañol, explicaron que el desastre es «mayúsculo» y advirtieron de que si no se toman medidas las consecuencias, en forma de fincas abandonadas, pueden ser fatales.

En privado, los lamentos son una constante. El gerente de una de las principales cooperativas de la provincia explicó a este diario que la campaña ha ido «incluso peor de lo esperado» y que, en las circunstancias actuales, y siendo conscientes de que es un precio irrisorio, «quien pueda pagar las clemenules a 12 céntimos se puede dar con un canto en los dientes». La comparación con la campaña anterior es sangrante, pues fueron muchas las compañías cuyas liquidaciones se situaron entre los 21 y los 24 céntimos, el doble de lo que ocurre ahora.

PROBLEMA ESTRUCTURAL // Lo peor es que, tal y como explicó esta misma fuente, el sector citrícola tiene ahora «un problema de sobreproducción estructural» debido a la presión que ejercen terceros países en un mercado, el de la Unión Europea, que tradicionalmente había sido copado casi en su totalidad por las cooperativas y comercios de la Comunitat.