Los santuarios son fundamentalmente lugares de acogida”. Palabras del Francisco dirigidas a los rectores de estos singulares templos, y que tuvieron ayer en Lledó su máxima expresión con las celebraciones del 250º aniversario de la inauguración y bendición del edificio de la basílica, construido entre 1724 y 1766 por el arquitecto burgalés, Pedro Juan Laviesca, y que más tarde sería arquitecto mayor de la ciudad de Sevilla.

Centenares de fieles se dieron cita en la basílica mariana en un alarde de fe, oración y religiosidad popular que se inició con una solemne celebración litúrgica, cuyo acompañamiento musical estuvo a cargo de la Coral Veus de Lledó, que interpretó la Missa Te Deum Laudamus, de Lorenzo Perosi, en un oficio religioso concelebrado por seis sacerdotes y que contó con una representación municipal encabezada por el concejal procurador Enric Porcar y la presencia de los miembros de la Junta de Gobierno de la Real Cofradía de la Mare de Déu del Lledó

Más tarde, y como testimonio del carácter histórico del momento, el propio edil de Ermitas, así como el resto de concejales presentes firmaron en el libro de actas de la basílica. Pero, sería el paso por el manto de la Mare de Déu cuando se desató el torrente de veneración y cariño hacia la patrona de Castellón. Niños, mayores y jóvenes quisieron postrarse ante la sagrada imagen en gestos de piedad y perdón. H