«Nuestra señora la Virgen de Lledó vela por nosotros, nos acompaña en todas partes, y nos vigila, nos protege y nos cuida desde lo alto de la montaña, desde la cima del Penyagolosa». Estas fueron algunas de las palabras que el prior de la Real Cofradía de la Mare de Déu del Lledó, Ignacio Pérez de Heredia, destinó ayer a los dos centenares de fieles que se desplazaron desde Castellón para rendir honores a nuestra patrona, cuya imagen fue entronizada en la cumbre de la ingente mole, a 1.813 metros de altitud, hace 57 años.

La celebración comenzó con la subida a la cima. Ya en lo alto, donde la niebla rodeaba la cresta del Pico, el sacerdote José Navarro ofició una misa de campaña. Ayer se celebraba justamente la Transfiguración del Señor en el Monte Tabor, por lo que Navarro evocó el significado bíblico del monte como lugar de prueba y encuentro con Dios. En el marco del Penyagolosa estas palabras tuvieron un eco especial para los fieles. «La Virgen nos ha traído aquí para mandarnos con mayor ímpetu a vivir como seguidores del Señor», afirmó. La Colla de Dolçainers i Tabaleters entonó, con sus dulces instrumentos, la Marcha de la Ciudad en el Pico.

Tras la misa, descendieron al ermitorio de Sant Joan, donde tuvo lugar una comida de hermandad. Más tarde, el prior Pérez de Heredia ofició una misa cantada en la ermita, en la que la coral de Barreros entonó los cantos y gozos de alabanza a Nuestra Señora del Lledó.

PROCESIÓN // Acto seguido, las mujeres de la Cofradía bajaron del altar la imagen tallada en madera de ciprés de la lledonera. La depositaron en una anda con flores y salieron en procesión por el entorno natural del Penyagolosa, acotado por hermosos pinares, detrás de la Cruz Alzada y los dos candeleros llevados por los cofrades.

Una treintena de devotas auparon a la Virgen de Lledó, que pasó de mano en mano, durante la singular procesión con cánticos y loas de analtecimiento.

De vuelta al ermitorio, y al finalizar la misa, Pérez de Heredia bendijo a los fieles y, acompañado por el sacerdote José Navarro, agradeció a los asistentes su presencia y devoción, un año más, en esta genuina fiesta. Así, animó a los presentes a entonar la Salve glorificando una vez más a la patrona de los castellonenses. Un momento único que tocó el alma a los más de 200 devotos que se arrancaron, emocionados, en fervorosos aplausos.