Florin pisó por primera vez Castelló en el 2004. Llegó atraído por las noticias de que en la provincia apenas había paro y que sectores como la construcción y la industria demandaban con fuerza trabajadores. ¡Y pagan buenos sueldos! Empezó como operario en una fábrica de azulejos y después en una constructora. «Durante unos años las cosas marcharon bien. Vino mi mujer y mi hijo, compramos un piso... pero llegó la crisis en el 2008 y me quedé sin trabajo. Cuando agoté el paro decidimos vender la vivienda y regresar a Rumania», cuenta al otro lado del teléfono. Florin hizo las maletas en el 2011 y en septiembre del año pasado volvió a hacerlas, aunque esta vez para regresar a Castelló. «Mis hermanos, que llevan 25 años en esta ciudad, me dijeron que volvía a haber trabajo y, aunque en mi país la situación ha mejorado mucho, decidimos volver a intentarlo. Aquí está casi toda mi familia» dice.

Para Florin, Castellón vuelve a ser una tierra de oportunidades y cada día que pasa lo es también para más y más extranjeros. Solo durante el 2018 llegaron 5.991 personas procedentes de otros países, un 36% más que un año antes, cuando fueron 4.405, y el doble que en el 2014, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Y lo más llamativo, más allá de las cifras absolutas, es que la entrada de extranjeros en Castellón prácticamente iguala la registrada antes de la crisis económica. Un ejemplo. En el 2008 vinieron 6.439, aunque a partir de ese año, y coincidiendo con el aumento en picado de la tasa de paro, las llegadas se frenaron en seco y pasaron de las algo más de 6.000 a las 2.592 del 2013.

Mar Valero, técnica del Observatorio Permanente de la Inmigración (OPI) de la Universitat Jaume I de Castelló, asegura que detrás del alza hay una única razón, la recuperación económica. «Los flujos migratorios se vieron alterados con motivo de la crisis económica que provocó una importante pérdida de puestos de trabajo, de poder adquisitivo y de calidad de vida en la población en general y de los inmigrantes en particular. Sin embargo, durante el último par de años parece que hay una mejora económica con el consiguiente incremento del empleo y se produce de nuevo un efecto llamada», explica. Valero habla de dos tipos de inmigrantes extranjeros. «Por un lado está la población que estuvo en nuestra provincia y ha retornado tras la mejora económica y, por otro lado, la población migrante que por diversas circunstancias se ha visto obligada a abandonar su país y nunca habían migrado», puntualiza.

EL PERFIL CAMBIA // Durante la última década se ha producido un cambio en el perfil del inmigrante que llega a Castelllón y la principal novedad radica en que el grueso de los foráneos que arriban a la provincia procede de Sudamérica. Uno de cada cuatro de los que en el último año han hecho las maletas para establecerse en este territorio procede de esa región. Hace 10 años, en cambio, el porcentaje era muy inferior, apenas del 12%. Y entre los sudamericanos destacan, por este orden, los colombianos (706 llegadas, frente a las 395 del 2008), los venezolanos (389 en 2018 y 71 en 2008) y los peruanos (116). No obstante, Rumanía sigue siendo el país de origen del grueso de los extranjeros que llegan a Castellón, 1.357 el año pasado.

La situación política y económica por la que atraviesa Venezuela explica, sin duda, la afluencia de inmigrantes de ese país que empezó a multiplicarse a partir del 2014. «Los motivos de que la población venezolana emigre son conocidos. La situación política, la escasez, la falta de seguridad en el país… en definitiva, el miedo a la situación que están viviendo y a lo que pueda ocurrir en un futuro. Además, mucha de la población venezolana ha tenido que huir de su país con lo puesto, sin poder contar con los recursos que poseían», describe la técnico de la Jaume I. Y el fenómeno no es exclusivo de Castellón. A nivel nacional, la población venezolana prácticamente se ha triplicado desde las 54.401 personas del 2016 hasta los 137.589 que recoge el último Padrón Continuo.

La inmigración venezolana se ha quintuplicado en diez años en Castellón y la colombiana casi se ha duplicado. «En los últimos años en Colombia han empeorado las condiciones socio económicas. Se registran altos índices de pobreza y hay mucho desempleo y las condiciones políticas con problemas de corrupción también influyen en la decisión de migrar de muchos de sus ciudadanos», sentencia Valero.

MÁS DE 84.000 EXTRANJEROS // La inmigración ya crece casi al mismo ritmo que antes de la crisis y eso se nota en el peso que tienen los extranjeros en el conjunto de la población provincial. Hoy, los foráneos ya suponen 84.065 personas (el 14,5%). Un porcentaje que, según las proyecciones de población que elabora la Generalitat Valenciana, apenas variará en 15 años. De hecho, y de cumplirse los pronósticos, Castellón será la provincia de la Comunitat con menor peso de extranjeros.