En la época en que me sitúo, ya había en Castellón muy notables pastelerías. Loste se había convertido en Moya, con toda su areola. Flors aparecía como la Pajarita, también en la calle de Enmedio. En la plaza de la Paz lucía el Xato y Rebullida, después Blasco, el Buen Gusto y, deslumbrando, Postre Gargallo, entre la farmacia Legido y la tienda de Capsir. Los castellonenses disfrutaban igualmente visitando Casa Nelo, situada junto al Ayuntamiento o en el pasaje José García, que antes lo fuera del Forn o del Mercado.

Y un día se incorporó al censo, deslumbrante y acogedora, La Pilarica. Recuerdo que en una de las primeras ediciones de la Feria del Libro de Castellón, en el capítulo de homenajes, me tocó acoger y acompañar al ilustre Cardenal Tarancón y al también muy popular Fernando Vizcaíno Casas. Después de un acto cultural en el salón de sesiones del Ayuntamiento, ambos mostraron interés de refrescarse y tomar un pastelito, y tuve el gesto de llevármelos a la nueva La Pilarica, que se encontraba en la que después sería calle Gasset, enfrente de la calle Vera. Se trataba de una cafetería muy acogedora y con clientela de alto nivel ciudadano, donde, además de un refresco, se podían degustar muy selectos pasteles y golosinas. El establecimiento ya pasó después a la calle Ruiz Zorrilla, con ampliación hasta la plaza del Real.

LOS CREADORES. El nacimiento del establecimiento fue obra de Antonio Borrull Giménez y Pilar Izquierdo Ibáñez. Tuvieron una hija única, María Pilar, que nació el 4 de noviembre de 1942. Por una serie de circunstancias, la chica fue educada en el colegio de las Monjas Teresianas, de Valencia, situado junto al mercado de Colón, donde era habitual encontrar a un grupito de alumnas del colegio, que ya fueron amigas y compañeras para siempre. A su regreso a Castellón, se incorporó rápidamente a lo que dio en llamarse volteta per el carrer d’Enmig, ese ir y venir por la calle de Enmedio, desde las cuatro esquinas hasta la Puerta del Sol y la calle Gasset, caminando los jóvenes y también algunos mayores con la sonrisa a flor de piel, casi siempre las chicas por una acera y los chicos por la otra. Allí se vieron ella y Fernando Masip Loras por primera vez, aunque su encuentro decisivo tuvo lugar en Valencia, cuando él se fue para estudiar y ella por volver al colegio para convertirse en Teresiana. Fernando buscó a María Pilar, ella se hizo acompañar por una monjita del colegio y ellos se vieron y pasearon juntos por el entorno del colegio con su carabina al tiempo que todas las ventanas del centro estaban abiertas y llenas de muchachas que querían saber quién era el novio.

EN LA PASTELERÍA. Pilar se incorporó al establecimiento familiar cuando dio por terminados sus estudios. Y lo cierto es que dio un aire nuevo a La Pilarica, cogió el testigo de sus padres de un modo espectacular. Y eso lo fue viendo la clientela de un modo claro y paulatino, apreciándolo desde el arreglo de los escaparates hasta la presentación de los productos singulares de la casa, los artículos de regalo sobre todo.

Como es natural, cuando más festivo era el día, más se trabajaba en la pastelería preparando los encargos del día. Y entre los festivos, destacaba sobre los demás el de San José. Pilar se pasaba la noche preparando encargos. Claro que siempre tenía tiempo para fomentar el cariño y la proximidad con Fernando. Tanto, que el 18 de junio de 1965, contrajeron matrimonio. La ceremonia tuvo lugar en la Basílica de Lledó. Él se había incorporado desde su implantación en el Grao en la refinería de Petróleos, la Esso. Tuvieron dos hijas, María Pilar también, que nació el 2 de abril de 1966 y Marta el 29 de julio de 1968. Ésta fue nombrada reina de las fiestas de la Magdalena a los 18 años y, un tiempo después, presidenta de la asociación de Camareras de Lledó.

EL FINAL. Después de todo lo dicho, hay que añadir que la vocación de las dos muchachas, tuvieron otro enfoque. Y Pilar se convirtió en licenciada en Economía, y Marta eligió la Enfermería. Así que, al tiempo el establecimiento y el negocio fue traspasado a José Antonio Galiana, popular y querido alcalde de Montanejos, que también se trasladó con su familia a Castellón, incorporándose además al desarrollo industrial y comercial de la ciudad.

La página se convierte en un obituario cuando este verano, el día 20 de julio, falleció en Castellón, la que había sido destacada titular de La Pilarica. El sentimiento nuestro y el de los lectores, es de dolor por ello.