En todas las industrias se puede morir de éxito si se pretende batir récords año tras año. Y 1.732.312 turistas son muchos turistas. Es la cantidad de viajeros que de enero a noviembre del 2018 se alojaron en alguno de los hoteles, apartamentos, cámpings y casas rurales con los que cuenta Castellón. Es una buena cifra, pero supone un descenso del 2,49% respecto al récord alcanzado un año antes, cuando el número de turistas superó los 1.776.614. O lo que es lo mismo: la provincia ha perdido algo más de 44.302 visitantes. ¿Cómo se explica el descenso en el número de reservas? ¿Ha tocado techo la industria turística? ¿Cómo será el 2019?

A los que conocen bien el sector estos números no les sorprenden en nada. Lo veían venir y, finalmente, las previsiones se han cumplido. «Los datos no nos han pillado por sorpresa. El 2016 y el 2017 fueron tremendamente buenos y mantener esas cifras de crecimiento resulta muy difícil. Pese al retroceso, que ha sido pequeño, nos damos por satisfechos», argumenta Francisco Ribera, director del Gran Hotel Peñíscola y presidente de la Asociación de Empresarios Turísticos de la ciudad del Papa Luna (Agretur).

El motor del turismo no se ha parado (en la Comunitat el sector ha alcanzado 15.929 millones de euros y supone el 16,6% del PIB valenciano) pero las estadísticas demuestran que echa el freno. Y la culpa la tienen tanto los visitantes nacionales como los internacionales. De enero a noviembre los alojamientos de Castellón han atraído a 1.398.590 visitantes españoles, fundamentalmente procedentes de Madrid, las otras dos provincias valencianas, Aragón, Cataluña o Castilla la Mancha. Son 28.928 menos que en el mismo periodo del año anterior, es decir, una caída del 2%, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). En hoteles se alojaron 1.158.117 turistas nacionales (un 0,3% menos), mientras que otros 228.886 eligieron un apartamento (un 20% menos) y 156.677 se decantaron por un cámping (un 11,1% más que el ejercicio anterior). Los alojamientos del interior también perdieron clientes.

MENOS EXTRANJEROS

Las reservas de turistas nacionales ya no son lo que eran, pero la pérdida de extranjeros todavía es más acusada. Un ejemplo: 333.722 turistas internacionales, sobre todo franceses, alemanes e ingleses, eligieron algún alojamiento de la provincia para pasar sus vacaciones durante los once primeros meses del 2018, 15.376 menos que el año anterior, un descenso del 4,6% (ahí no están los que tienen una segunda residencia o se alojan en viviendas de algún familiar o amigo). ¿Las causas? La recuperación de los mercados internacionales que compiten directamente con Castellón, especialmente Turquía y Túnez, que tras años de bajadas por atentados e inestabilidad, reviven y compiten con precios atractivos y la crisis francesa, el primer emisor de los turistas extranjeros que llegan a Castellón.

Los empresarios de la provincia quitan hierro al descenso de las reservas y desde la Administración van en la misma línea. «La actividad turística en Castellón en 2018 ha sido razonable. No siempre podremos crecer como en el 2017, a ritmo de dos dígitos y lo importante es la media anual en el marco de la lucha contra la estacionalidad», argumenta Francesc Colomer, secretario autonómico de Turismo que resalta el cambio de ciclo y de modelo. «Cambia la oferta, cambia la demanda, los modelos de negocio, por cambiar, cambia hasta el clima», añade.

Andrés Martínez, vicepresidente de la Diputación de Castellón y diputado de Turismo, recuerda que «Castellón ha tenido un crecimiento de turistas desde el año 2010 al 2017 de casi un 40%» y recuerda que el presupuesto de Turismo en la Diputación en este periodo ha aumentado en más de un 100%, alcanzando los 503 millones de euros en 2018.

OBJETIVO PARA 2019: MANTENERSE

Las cifras del 2018 reflejan a las claras que el turismo ha echado el freno y este año la tendencia será muy similar. Así lo prevén desde la patronal Ashotur y así lo ven la mayoría de los empresarios. «El objetivo es mantenerse o retroceder lo mínimo posible», explica Francisco Ribera, para quien superar la cifra de visitantes del 2017 y seguir creciendo es complicado. «Crecer en cantidad no va a ser fácil y lo que se intenta es hacerlo en calidad», añade el presidente de Agretur. Y esa apuesta por la calidad pasa por el llamado turismo de experiencias. «De lo que se trata es de ofrecer una oferta complementaria más amplia, ya que está demostrado que el binomio sol y playa está perdiendo fuelle», concluye.