Las ocho y media de la mañana en Castelló de la Plana. Poco menos de dos semanas después de que se estableciera el estado de alarma en todo el país tan solo unos pocos establecimientos rompen el silencio de la calle con el sonido de las persianas metálicas levantándose para arrancar la jornada. Uno de ellos es el de Juan Haro, en la calle Escalante. Él es uno de los quiosqueros de la provincia que, de acuerdo al artículo 10.1 del real decreto 463/2020, tiene encomendada la misión de mantener informados a los ciudadanos con la venta de un bien de «primera necesidad» como es la prensa escrita.

INFORMACIÓN DE CERCANÍA

Periódicos como Mediterráneo se están convirtiendo en los productos más demandados. Si los ciudadanos castellonenses se informan a través de la televisión o la radio de los que sucede en los puntos neurálgicos de la crisis del coronavirus, como Madrid o las grandes capitales españolas y europeas, la prensa local les permite estar al tanto de todo lo que sucede en su entorno más cercano. El que realmente interesa.

«Es cierto que las ventas, en términos generales, han caído de forma significativa desde que comenzó el aislamiento para prevenir contagios, pero en lo que respecta a la prensa escrita la verdad es que he notado que se vende un poco más que antes de establecerse el estado de alarma», dice Juan, que regenta desde hace varios años La Tauleta, un negocio multiservicio en el que periódicos y revistas comparten espacio con material de papelería y libros, además de las típicas golosinas. Las chuches, tan demandadas por los niños a la salida de los colegios, sí han notado en toda su crudeza esta grave crisis sanitaria, por falta de pequeños clientes y por las recomendaciones de sanidad de obviar la venta a granel de estos productos.

REDUCCIÓN DE HORARIO

Como muchos autónomos del sector, Juan ha decidido reducir las horas en las que se encuentra detrás de esa tauleta que da nombre a su negocio. «A la una de la tarde cierro. Por la mañana aún hay cierto tráfico de gente que sale a hacer la compra o tiene que ir a por medicamentos a la farmacia; por la tarde ya no se ve a nadie. Por suerte, la grandísima mayoría cumple el confinamiento a rajatabla. Además, tampoco estás demasiado a gusto. La relación con el cliente no puede ser tan estrecha como lo era antes de que estallara todo esto», explica.

Si el estado de alarma se alarga más de lo previsto, Juan espera que el Gobierno se acuerde de este gremio de quiosqueros con «ayudas o medidas» que les permitan «seguir adelante».