A menos de un año de cerrar dos legislaturas al frente de la Diputación de Castellón, el popular Javier Moliner confirma que dejará la vida política en el 2019. Lo hará, afirma, con el logro de haber limpiado las cuentas de la institución y de haberla hecho «más útil». Ha situado la lacra de la despoblación como uno de los ejes de la gestión y, en clave de partido, con el Partido Popular viviendo la situación inédita de unas primarias, apuesta por proyectos que no se basen en personalismos ni sean excluyentes.

--Acaba de cumplir tres años de legislatura y de celebrar el Debate sobre el Estado de la Provincia ¿cuál es su diagnóstico de la situación actual de Castellón?

--Hemos sido capaces de superar la crisis más violenta de las últimas décadas, hoy estamos en un claro escenario de recuperación económica, lo cual nos sitúa en la posibilidad de trabajar para que las oportunidades lleguen a todo el territorio, y no solo a los grandes núcleos urbanos.

--En el balance de su gestión ¿cuáles son los logros más significativos? ¿algún fracaso?

--Los fracasos vienen en el retraso en la ejecución de algunos proyectos que nos hubiese gustado poder haber abordado mucho antes. Hubo que asumir una reestructuración de la casa que nos ha llevado a ser casi 150 trabajadores menos, hemos amortizado casi 140 millones de euros de deuda dejándola prácticamente a cero, y eso nos permite hoy tener una la mayor capacidad inversora de la historia de la Diputación. De haberla tenido en estos años posiblemente algunos proyectos que se han quedado en el tintero podrían estar ejecutados. Haber logrado que la Diputación se convierta en una administración útil para toda la provincia, que no sea un foco de conflicto, sino de soluciones, es un logro del que me siento especialmente orgulloso.

--Queda menos de un año de legislatura ¿qué prioridades tiene? ¿a qué quiere que le dé tiempo?

--Hemos emprendido una lucha sin cuartel frente a la lacra de la despoblación rural y creo que estamos en el camino de lograr que cada vez se recupere más, en primer lugar, el orgullo de vivir en un pueblo y acompañar ese intangible de oportunidades laborales y de los mejores servicios para que uno pueda desarrollar su faceta personal y profesional en el lugar que ha elegido para vivir. Esto no lo podemos hacer solos, pero sí podemos liderarlo como estamos intentando hacer.

--Ha colocado el grave problema de la despoblación en las agendas de la Diputación y de otras administraciones públicas ¿qué falta para frenar su avance?

--El primer reto es cultural. Es fundamental poner en valor la calidad de vida como elemento que suma en la decisión de quedarse a vivir en un pueblo. Y hacen falta oportunidades, comunicaciones, acceso a las nuevas tecnologías..., con la conjunción de todas las administraciones. Hay quien del reto de la despoblación se ha enterado cuando la Diputación ha puesto el grito en el cielo.

--El clima entre los grupos de la Diputación se ha suavizado notablemente, ¿será también de consenso de aquí a mayo del 2019?

--Por mi parte sí, pero esto del consenso requiere que todos quieran. Yo entiendo que cuando se vaya acercando el periodo electoral los nervios puedan aflorar. Intentaré que todo el mandato se recuerde como de soluciones, de diálogo, de mejora continua y de espíritu crítico.

--Tras acordar por unanimidad el Plan Castellón 135 y duplicar la inversión con remanentes, ¿resta algún punto clave de tensión?

--La mayor parte de los asuntos de Diputación están consensuados, no con la oposición sino con los ayuntamientos de cualquier signo político. Al final, esto es una cuestión de consenso con los usuarios principales, los ayuntamientos. No podía ni he querido consentir que un Ayuntamiento se sintiera incómodo en su relación con la Diputación, y por ello hemos arbitrado los mecanismos de diálogo necesarios para poder pulir cualquier discrepancia con todas las instituciones desde la absoluta lealtad y consenso.

--Un asunto que se le recrimina es la gestión de la ‘crisis’ de la Piscina Provincial, cerrada hace casi un año y que abre ahora, ¿pudo haberse resuelto antes?

--Va a abrir sus puertas mañana, y ojalá no hubiésemos tenido que llegar hasta aquí. Pero la evidente mala fe de la anterior empresa ha provocado que la Diputación haya tenido que dedicar mucho tiempo a recursos judiciales y mucho dinero a resolver los problemas que había dejado en la instalación la falta de mantenimiento. Me hubiera gustado poder abrirla mucho antes, pero creo que lo prudente era abrirla en condiciones y resolver todos los problemas que nos habían generado y que ahora por vía judicial les vamos a reclamar.

--La reflexión bienal del debate, adelantada por el clima preelectoral, se produce en una fase convulsa para la política española, ¿qué supondrá para Castellón la salida de Rajoy de Moncloa?

--El cambio de Gobierno se ha marcado bajo una fórmula legal aunque poco saludable desde el punto vista de los apoyos que han auspiciado la llegada de Pedro Sánchez al Gobierno de España. Ya estamos viendo ahora los precios que pagaremos por esos apoyos nacionalistas e independentistas. Yo veo que el programa de prioridades ha cambiado, que si con Rajoy en la Moncloa teníamos claro que el objetivo era crecer económicamente y dotar de infraestructuras a territorios que carecían de ellas como era el caso de Castellón, la llegada de Sánchez va a priorizar decisiones como el acercamiento de presos etarras, las concesiones a los independentistas catalanes o cuestiones cosméticas sobre Franco o sobre memoria histórica. Creo que este país necesita un Gobierno que se preocupe por lo realmente importante y que valore que un territorio como el nuestro, que se siente castellonense, valenciano y español, necesita un Gobierno que defiende sus intereses y que no ande subastando las cuestiones identitarias.

--¿Qué le exige entonces al Ejecutivo de Pedro Sánchez?

--Exactamente lo mismo que lo que a Rajoy. Que resuelva el problema de carencia de infraestructuras. Con Rajoy logramos que llegara el AVE y que se anunciara la segunda plataforma para el auténtico corredor mediterráneo; que se desbloquease la N-232; se licitasen los tres tramos de la autopista interior de la A-7; se apostase por una inversión de tres millones de euros para regenerar la costa; se priorizaran los accesos ferroviarios al puerto de Castellón... Y todos esos proyectos, junto a los Cercanías al norte, son las cuestiones que deben marcar la agenda de reivindicación ante Sánchez. Con la misma intensidad con que lo hicimos con el Gobierno de Rajoy, sin cambiar ni un ápice el tono.

--¿Qué consecuencias cree que tendrá que tramos del Corredor no estén en la agenda europea?

--Se ha probado que estaban en esa agenda y que mintió quien dijo que los habían sacado. En política no todo vale, y hay una irresponsabilidad de los socialistas valencianos que, para sacarse de en medio el debate de la infrafinanciación con que nos han aburrido durante tres años, se han inventado una carencia de corredores, y luego la Unión Europea le sacó los colores al presidente Puig.

--Y el nombramiento de Carmen Montón como ministra, con la que la Diputación ha mantenido una relación de enfrentamiento constante por la gestión del Hospital Provincial, ¿qué recorrido tendrá para Castellón y España?

--Le deseo suerte al conjunto de los españoles con su gestión, aunque con la experiencia que tenemos no tengo demasiadas esperanzas depositadas en ella.

--¿Qué opina de su sucesora, Ana Barceló?

--He podido mantener con ella una primera toma de contacto, las intenciones parecen distintas y hay una predisposición a tender puentes y poder resolver los entuertos en los que la ministra Montón nos ha metido a la sanidad pública en la provincia.

--Más allá del Consorcio Hospitalario, ¿qué debe hacer Barceló por la provincia?

--Frente al reto de la despoblación la Conselleria de Sanidad tiene una clara hoja de ruta marcada. No podemos desatender los servicios sanitarios en el mundo rural y debemos trabajar con intensidad para facilitar las cosas a quien vive en el interior. Desde la Diputación vamos a colaborar, a intentar que el transporte desde el mundo rural a los centros hospitalarios sea más fácil con el transporte a la carta, que los tiempos de respuesta ante las urgencias sanitarias sean los más rápidos con la red de helipuertos, pero eso tiene que ir acompañado de políticas activas con más servicios. El segundo reto fundamental que tiene la consellera, y ese sí que tiene que ver con el Hospital Provincial, es devolverle el buen nombre y las buenas prácticas que nunca debió perder.

--El tiempo corre para el Consell del Pacte del Botànic. ¿Qué reclama del Ejecutivo de Puig?

--Es necesario que interpreten que la llegada al Gobierno del Pacte del Botànic no puede quedarse en una guerra permanente de titulares de prensa sin aterrizar en soluciones concretas para los ciudadanos. Al final más allá de las decisiones de trasfondo ideológico y la pugna permanente por ocupar espacios de poder, los ciudadanos no han percibido que hayan mejorado sus condiciones de vida. Y los castellonenses igual. Los mismos colegios que faltaban cuando llegaron siguen sin construirse, y hay las mismas carencias en sanidad, en dependencia, carreteras... Hay que pedirles que se pongan las pilas, que dejen de gobernar cara a la galería, que entren en la sala de máquinas, que empiecen a resolver los problemas de la gente y que adquieran un compromiso territorial firme.

--¿Cómo es ahora su relación con el Consell?, ¿han acabado los puntos de fricción?

--Hemos intentado que nuestra relación con el Consell fuese de absoluta lealtad desde el primer minuto. Son innumerables los acuerdos que hemos alcanzado con todas las áreas de gobierno de la Generalitat y creo que es lo que corresponde. La gente no nos quiere en las instituciones para crearles problemas, nos quiere para resolverles problemas.

--En clave orgánica ¿qué significará para el PP la renuncia de Rajoy a liderarlo a un año de elecciones? ¿Beneficiará al partido?

--Es una oportunidad para regenerarse en las formas y en las caras y para afrontar el espacio electoral del 2019 con una nueva ilusión y con una imagen renovada que permita que los valores, las ideas y las acciones que han sacado a España de la crisis y que han sido útiles para que los ciudadanos hoy vivan mejor que vivían hace siete años, vayan acompañadas de una imagen fresca, capaz de seducir y de caer bien y llegar al electorado en unas condiciones que nos permitan tener una posibilidad de ser espacio de gobierno o compartirlo.

--¿Cómo valora que haya siete aspirantes para la sucesión sobre los que decidirán los militantes, una situación inédita en el PP? ¿Cree que la campaña puede provocar fracturas internas?

--Creo que es un proceso ilusionante reivindicado por la militancia y por el que yo he peleado intensamente. Siempre la libertad de elección es una excelente noticia, y tener una amplia variedad de candidatos es bueno para que los militantes del partido puedan votar en absoluta libertad. Yo creo en la madurez de todos y confío en que se impongan proyectos que tengan como voluntad coser el centro derecha, abrir la base electoral a todos los que en algún momento se han sentido cómodos votando al PP que pueden no haber compartido al 100% las decisiones tomadas, pero que han entendido que con nuestro partido las cosas le han ido mejor, y esos proyectos que abran la base electoral no pueden ser nunca proyectos excluyentes ni de enfrentamientos personales o derivados de cuestiones egocéntricas. Confío plenamente en que esas fracturas internas no se produzcan.

--Entre los aspirantes, ¿quien cree que es el más adecuado?

--Sin duda, tengo mis preferencias, pero ya dejé claro que no quería interferir en ningún caso en procesos orgánicos y entiendo que mi responsabilidad es asumir mi trabajo al frente de la delegación institucional que tengo en la Diputación y dejar que un proceso como este se viva con absoluta libertad y bajo la responsabilidad organizativa de la dirección provincial del partido, a quienes aprecio y respeto.

--Los casos de corrupción política se suceden. Vinculados con el PP, pero también con PSPV. y Compromís. En el PP, ¿cree que el efecto ya está amortizado?

--Cada acción policial o judicial contra un político es un golpe en la línea de flotación de la credibilidad de quienes nos dedicamos a esto. Sea del color político que sea duele. Pero duele especialmente cuando es de tu propio partido. Creo que necesitamos trasladar al conjunto de la ciudadanía entre todos la necesidad de poder confiar en las personas honradas que están al frente de las instituciones, que son la inmensa mayoría, puesto que sólo desde la credibilidad podemos entrar en un espacio de gobernanza que a la gente le haga recuperar la tranquilidad y la confianza en quienes le gestionan. Una sociedad no puede funcionar sin un sector público. Y al frente del mismo tiene que haber personas honestas. Y la ley tiene que caer con rigor sobre los comportamientos inadecuados.

--Ha reiterado que abandonará la política. ¿Agotará la legislatura?

--Es mi intención cerrar un ciclo, contribuir a la regeneración dando ejemplo de lo que pido a los demás y cerrando un tiempo de trabajo de ocho años al frente de la Diputación, en el que confío haber sido útil a la sociedad.