“Una oposición es como la lotería, ponen tu futuro al lado del temario en un bombo y sacan dos, tres o cuatro bolas”. Son palabras de Lucía Llorach, una de las 1.778 aspirantes de Castellón que ayer se enfrentaron al primer examen de las oposiciones docentes para conseguir una de las 1.185 plazas. “Son una oportunidad y no sabemos si será la última”, explicaba minutos antes de entrar en el aula del IES Matilde Salvador Laura Martínez, que trabaja actualmente en un instituto de Reus, pero quiere “volver a casa, más cerca”.

Nervios, máxima concentración y repasos de última hora de los amplios temarios, hasta con 72 epígrafes, en los pasillos de las 10 sedes de la capital, en los institutos Vicent Castell, la Plana, Sos Baynat, Penyagolosa, Politécnico, Ribalta, Caminàs, la Escuela Oficial de Idiomas y el Matilde. “Es como una segunda selectividad, te juegas meses de encierro estudiando y el futuro de una vida en un día, a un examen”, explica Lucas Font.

TEMARIOS // En Lengua y Literatura de ESO, por ejemplo, les cayó La novela del Siglo de Oro: el Lazarillo y la picaresca o Teorías Lingüísticas Actuales, las bolas 2 y 49. “Cuando sacan los números, unos se emocionan porque lo van a bordar, y otros firman y se van”, señala uno de los profesores del tribunal. Alejandro Hidalgo es claro: “La presión es máxima y puede que ni sacando un 10 tengas plaza, porque muchos no tenemos experiencia y los méritos nos bajan la puntuación; pero hay que presentarse, porque puede que sea la última oposición en años, no se sabe”. Coincide con María Beltrán: “En Primaria hay una plaza para cada 16, y voy a por ella”. “El sistema es injusto”, critica.

En la mano, Beltrán mostraba la programación didáctica que debía entregar. “Hay que defender una programa educativo propio, diferenciado y acorde al currículo actual”, señala. Al salir, la benicense respiró. “Lo peor ya está”. H