Mujer, de entre 42 y 49 años, separada o divorciada, en paro cuando entró en el proyecto social de Patim, española, con estudios secundarios o Primaria, consumidora de cocaína y alcohol, que comenzó a drogarse entre los 15 y los 18 años y con antecedentes familiares, en su pareja o en su ex.

Este es el perfil predominante de las usuarias de los dos programas que Patim, con la subvención de la Generalitat valenciana, ofrece a las mujeres adictas a alguna sustancia (cocaína, alcohol, cannabis…) y que desarrolla en la Vivienda de Apoyo al Tratamiento (VAT) y en la Vivienda de Apoyo a la Incorporación Sociolaboral (VAIS), ambas en la ciudad de Castelló. Unos recursos específicos para mujeres y de los que se beneficiaron el pasado año hasta 35 féminas en su lucha contra las adicciones.

Mónica Fernández es educadora social en las viviendas y cada día trabaja, junto al resto de sus compañeros de Patim, en ayudar a estas chicas a salir del túnel en el que se hallan. Las participantes en el programa del VAT permanecen en el mismo de seis a nueve meses y allí realizan un tratamiento de deshabituación, rehabilitación y desintoxicación, además de recibir intervención educativa y psicosocial junto a atención psicológica varias veces a la semana. Además de recibir los talleres de los que también se beneficia el resto de la comunidad terapéutica, estas mujeres también participan en otros más concretos que hacen referencia a cuestiones más específicas, como el empoderamiento, la violencia de género, la autoestima o la dependencia emocional. «Se trata de que solucionen las carencias con las que llegaron al centro al centro y evitar, de esta forma, que vuelvan a caer en las adicciones», explica Fernández. Normalmente, las mujeres que acuden a este servicio son derivadas por la administración autonómica a través de las unidades de conductas adictivas (UCA). Por lo que respecta al piso de inserción social, este es un apoyo importantísimo y complementario al otro. Cuando las mujeres han superado las adicciones, Patim les da la opción de entrar en esta vivienda de la que la entidad social lleva el control y la supervisión, y está ubicada en el grupo San Lorenzo. Es en estas dependencias, cuando las féminas comienzan su inserción laboral y participan también en la búsqueda de cursos. Les ofrecen talleres de habilidades sociales, informática o prevención de recaídas en un proyecto dirigido a que vuelvan a la sociedad completamente rehabilitadas y habiendo superado las dificultades y causas que las sumergió en el mundo de las dependencias del que luchan por salir.

Una vida normal

El objetivo principal es que estas chicas puedan lograr llevar una vida normal en un breve espacio de tiempo y dejar atrás esas adicciones que un día las llevó a descender a los infiernos. No están solas, pues Patim y las administraciones las ayudan y, con su esfuerzo, salen adelante para volver a disfrutar de la existencia junto a sus familias y sus amigos.