Imagen insólita, pero responsable. Cerca de 150.000 personas recordaron hace ahora un año los orígenes de Castelló con la tradicional Romeria de les Canyes. Ayer, sin embargo, la imagen fue totalmente distinta. Calles desiertas en la capital de la Plana, accesos a la ermita cortados por unidades de la Policía Local... ni una caña, ni un rollet, ni una cinta... ni un alma tampoco en Sant Roc --precintado--.

Agentes municipales disuadieron, a primera hora de la mañana, a algún corredor y a algún ciclista, como explicaron a Mediterráneo. Curiosos aislados, pues la mayoría de la ciudadanía se unió al movimiento #YoMeQuedoEnCasa.

Los castellonenses cumplieron con el llamamiento realizado por la alcaldesa, Amparo Marco, quien en días previos apeló a la concienciación y a la responsabilidad de los vecinos para hacer frente al covid-19.

Mensaje de la alcaldesa

«Se ruega no se realice ningún tipo de convocatoria alternativa de fiestas por el bien de quien convoque y por el de la ciudad. Os ruego comprensión y ayuda para que no se incrementen los casos en nuestra ciudad», escribía la munícipe horas atrás en sus redes sociales para disuadir a aquellos que ya habían enviado algunos mensajes en los que incitaban a una Romeria no autorizada. Una convocatoria que, por fortuna, no tuvo éxito.

Ayer en Castelló se impuso la conciencia, la responsabilidad ciudadana y el respeto al estado de alarma, una medida excepcional que solo se había aplicado previamente por la crisis de los controladores aéreos del 2010.

Muchos fueron los guiños, homenajes en definitiva, que los castellonenses quisieron hacer ayer a las fiestas fundacionales, suspendidas por el covid-19. Pañuelos verdes, azules y algunas cañas de ediciones pasadas decoraron los balcones de las casas con la Magdalena en el corazón.