T oneladas producidas, precios de venta y meteorología. Estos son los ejes principales sobre los que se mueve una campaña citrícola normal. Antes de dos meses, los campos de cultivo y los almacenes recuperarán la actividad y lo harán en un contexto marcado por los protocolos de protección contra el coronavirus. Algo que afectará a los costes y que restará ingresos en un año en el que prevén un aumento de la producción y buenas expectativas de venta, generadas, en parte, gracias al propio covid, como ya pasó en el final de la campaña anterior.

Desde la cooperativa Nulexport, Vicente Vicent señala que este verano «habrá pocas vacaciones», porque están «trabajando en las medidas para evitar contagios y tener una actividad normal». En este caso, aún están pendientes de hacer números para unas partidas que incluyen la adquisición de material desechable de protección, geles hidroalcohólicos y cambios en la logística de los campos. «A lo que tenemos que unir los certificados de seguridad que tendremos que expedir para garantizar el producto», añade.

Ya en los últimos instantes de la anterior temporada hubo que asumir gastos adicionales, como la instalación de mamparas de separación entre el personal, tanto en las líneas de selección como en los comedores. Pascual Beltrán, director general de Cocalni, detalla que en el ámbito laboral «hay que extremar las precauciones y más tras lo visto en puntos como Lleida». En su caso, están «pendientes de los requisitos que se vayan legislando» para que a finales de septiembre todo esté preparado para sus «400 collidors y 200 personas en almacenes». La compañía acabó la campaña pasada en marzo, por lo que ahora llega el gasto de las adecuaciones.

En cuanto a las expectativas habituales de todos los años, el responsable de calidad de la Cooperativa Frutícola (Cofru) de Betxí, José Francisco Nebot, incide en que aún se están haciendo los aforos en el campo, pero que la producción «será más elevada que la anterior, que se movió en un mínimo histórico, y más escasa que la de hace dos años», afectada por un descalabro de los precios que motivó la movilización del sector. «Será una cantidad similar a la de la media de los últimos 10 años», afirma. Sobre los precios, los primeros acuerdos comerciales en las variedades tempraneras hablan de «unos 35 céntimos por kilo», apunta, con expectativa de subir si hay buena demanda. H