Cuando Alejandro Ramos Molina acabó sus estudios en el instituto en Castelló comenzó a cumplir con su sueño de ver mundo y descubrir qué había detrás de esas banderas que tanto le apasionaban en las clases de geografía. Comenzó viajando a Polonia con 21 años por amor y después de un año residiendo en el país eslavo regresó a Castellón donde enseguida comenzó a trabajar en una empresa importante del sector azulejero, gracias a sus conocimientos del idioma polaco, ruso e inglés. Después de 5 años viajando constantemente para visitar a los clientes de la zona de Europa del Este y aún residiendo en Castellón , llegó a un acuerdo con su empresa actual para continuar desarrollando su labor, pero esta vez estableciéndose en Polonia en 2010. La relación con su primera pareja polaca acabó en España, pero él, enamorado del país polaco, volvió a conocer en 2010 a otra que actualmente es su mujer.

Aunque en la actualidad su familia reside en Burriana, él se considera castellonense al 100%, aunque a sus 38 años ya parece un polaco más en algunos aspectos. “Domino su idioma y hasta me gusta el frío, que puede llegar a los -18º en invierno. Me meto en casa, que están perfectamente acondicionadas, me pongo la calefacción y se está a gusto hasta en manga corta”, reconoce Alejandro, que ya tiene un hijo de 15 meses nacido y criado en Polonia. “Lo que más echo de menos, eso sí, es el sol. Desde finales de septiembre hasta prácticamente el mes de abril hace mal tiempo”, añade.

En esta última etapa que dura ya nueve años comenzó a vivir en Poznan, pero en el 2012 ya se instaló en Cracovia, por lo que es voz autorizada para descubrir los secretos de la ciudad en la que nacieron figuras ilustres como el piloto Robert Kubica, la empresaria de cosméticos Helena Rubinstein o Juan Pablo II: “Aquí el Papa es un personaje muy amado por todos. Muchos aún le ven como un padre que les cuida”.

-¿Por qué decidiste viajar a Polonia y posteriormente instalarte allí?

-Por motivos laborales. La primera vez que vine ya me gustó muchísimo el país y cuando volví a Castellón lo hice con la idea de regresar. La Polonia del 2003 a la que vine en primer lugar no tiene nada que ver con la actual, después de su entrada en la Unión Europea, pero hay muchísimas oportunidades de trabajo.

-¿Qué es lo que más te ha llamado la atención desde que fuiste?

-Cuando vine con 21 años, todo. La distancia era la misma, pero como no había las comunicaciones ni los transportes de ahora, te daba la sensación de estar mucho más lejos. Antes era un país muy desconocido por los españoles porque el clima, la gastronomía y el idioma eran muy diferentes, aunque ahora en el centro de Cracovia casi hay más españoles que polaco -sonríe-.

-¿Cuáles son las principales diferencias entre Cracovia y Castellón?

-Al margen del clima, la contaminación que hay aquí, porque muchas casas aún usan el carbón como combustible para calentarse, lo que hace que el aire tenga un color grisáceo. Cuando estaba en Castellón me hacía gracia los ‘guiris’ cuando se ponían a respirar hondo en la playa por la brisa del mar y ahora me encuentro con que yo hago lo mismo.

-A nivel gastronómico, ¿en qué se diferencia su cocina de la nuestra?

-Sería más fácil decir en qué se parecen, porque tienen poco que ver. Marisco o pescado, por ejemplo, en Polonia te encuentras poco. A mí la verdad que me gusta todo, pero lo más típico quizá sea una sopa que se llama zurek y está hecha a base de harina de centeno, diferentes trozos de salchicha picada y huevo duro. Tiene un sabor un poco ácido y nos suele gustar a los españoles. Otro de los platos principales polacos es el Bigos, que consiste en col fermentada y cocida con diferentes tipos de carne, setas y ciruelas. Todo esto se cocina durante varias horas en una olla a fuego lento. Es un plato para ocasiones especiales, debido a que lleva bastante tiempo su elaboración. En el día a día lo que más comen es carne con patatas acompañada por ensalada. Un plato único, pero muy copioso. Después es curioso que el postre no es nada común.

-¿Recomendarías vivir en Cracovia?

-En general, recomiendo Polonia como destino para hacer turismo o como para estudiar, son miles los ‘erasmus’ que vienen todos los años a Cracovia y a Polonia. Muchos de ellos deciden quedarse a vivir una vez acabados los estudios debido a la buena marcha de la economía del país y las numerosas oportunidades laborales que existen, especialmente programadores informáticos y en general gente con idiomas para trabajar en las oficinas de las diferentes multinacionales que se han implantado en la ciudad.

-Más centrados en el turismo, ¿qué recomendarías visitar en Cracovia?

-Los turistas se mueven entre el antiguo barrio judío y el casco antiguo, pero también recomiendo visitar el Monticulo de Kosciuszko por las buenas vistas que se tiene sobre la ciudad y de los alrededores como por ejemplo los montes Tatras. También vale la pena visitar la cafetería ubicada en la azotea de la Academia de Música, por la impresionante vista de muchos de los tejados del casco antiguo. En Cracovia, aparte de visitar la plaza mayor (que es la plaza medieval más grande de Europa ), donde hay numerosos palacios y la basílica de Santa María junto al mercado de paños, se puede subir al castillo real de Wawel en la colina justo encima del río Vistula a su paso por Cracovia y hacer un recorrido por el barrio judío. Los turistas suelen visitar también el campo de concentración de Auswitch a 70 kms de Cracovia y el pueblo natal de Juan Pablo II (Wadowice). Además de las minas de sal de Wieliczka, que están junto a Cracovia. Menos conocida para el turista es la ruta de las iglesias de madera, que son iglesias algunas católicas y otras (en su mayoría) de rito greco-católico, totalmente construidas de madera tanto por dentro como por fuera. Algunas tienen varios siglos y para mí es una experiencia recomendable.

-Y de paso, ¿qué dirías que es imprescindible en Polonia?

-Es un país de gran tamaño y hay muchas cosas para visitar. Al margen de Cracovia está Breslavia, Torun (la cuna de Copérnico), la ciudad portuaria de Gdansk en el Báltico, donde tuvo lugar la primera batalla en el inicio de la II Guerra Mundial y donde casi 50 años después se formó el primer sindicato obrero con Lech Walesa a su cabeza, que ayudó a acabar con el comunismo… Varsovia, la capital del país, quedó destrozada al completo al final de la II Guerra Mundial y después de años de construcción comunista, ahora vuelve a resplandecer. Hay numerosos palacios y castillos repartidos por toda la geografía polaca, y todos cargados de mucha historia. Es por ello que al turista que le guste la cultura y la historia disfrutará de cualquier rincón del país. El que escape de las ciudades y se centre en la naturaleza también tiene sitios donde disfrutar haciendo senderismo o escalada por los montes Tatras, o los Bieszczady (fronterizos a Ucrania), o bien sea por los Sudetes. Polonia es un país rico en recursos hídricos, y por tanto hay muchos ríos, riachuelos y lagos. Los lagos más grandes están en la región de Mazuria, donde Hitler tenía ubicado uno de sus cuarteles generales (La guarida del lobo), hoy día se pueden visitar los bunkers .

-¿Es más elevado o más bajo el nivel de vida de Cracovia comparado con Castellón?

-Para el turista resulta mucho más económico sobre todo lo que es la gastronomía y los hoteles, que son bastante buenos porque son nuevos. Pero luego hay cosas no tan baratas como la vivienda, teniendo en cuenta el salario polaco.

-¿Cómo es la forma de ser de los polacos? ¿Se diferencia en algo de los españoles?

-Cada día que pasa me doy cuenta de que en general somos muy diferentes. Los polacos son muy amables y correctos en el trato, pero después son muy cerrados. No les pidas espontaneidad, ni que capten la ironía, aunque cuando llega el buen tiempo también cambian y son más alegres.

-¿Tienes pensado volver a Castellón o piensas instalarte en Polonia?

-A corto plazo en principio seguiré, pero nunca se sabe. La jubilación sí que tengo claro que la pasaré en Castellón.

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