En su primera semana de actividad tras casi 2 meses suspendidos, los mercados ambulantes de la provincia que ya han retomado su actividad han sido un fiel reflejo de cómo está viviendo la mayoría de la sociedad el inicio de la desescalada. Pocos vendedores, pocos clientes y muchos espacios vacíos que establecen las obligadas y necesarias distancias, en un ambiente desangelado cargado por la parte de las paradas de expectativas y, enfrente, de cierto respiro pero bastante respeto.

Cuándo volverán los mercados bulliciosos, con paradas adosadas, con cientos de personas escrutando entre los tableros la mejor oferta o el producto buscado, es un gran interrogante que todos se han resignado a no poder contestar.

Por el momento, los ayuntamientos que han dado el primer paso permitido por la fase 0 de la desescalada han sido bastantes, entre otros Vila-real, Almassora, la Vall d’Uixó, Nules, Betxí, Moncofa, Borriol, Segorbe, Alcalà de Xivert, Orpesa, Xilxes, Castelló --el del Grau-- y la próxima semana el de Burriana, como anunció ayer el consistorio.

La organización planteada por los diferentes consistorios son prácticamente idénticas. Primero, contactar con los vendedores de frutas y verduras para ofrecerles la posibilidad de su participación, establecer estrictas medidas de distanciamiento entre puestos que, depende de municipios y zonas de celebración, suponen entre 8 y 10 metros de separación lateral, y varios más frontales.

Y en cuanto al acceso de los clientes, el sistema repetido en todos ellos es el vallado perimetral del recinto, de manera que los usuarios únicamente pueden pasar si llevan mascarilla y se higienizan las manos.

En algunos municipios, como sería el caso de Nules, incluso hubo controles de temperatura a todas las personas que querían acercarse a las paradas. Y como complemento, operarios municipales desinfectaban el miércoles las zonas de tránsito --calzada y aceras-- de forma permanente.

CONTROLES DE AFORO / En otras localidades, como sucedió ayer en la Vall, estaban preparados para realizar controles de aforo para evitar masificaciones, aunque lo cierto es que no fue necesario.

Porque esa ha sido la tónica habitual en todas las convocatorias, un goteo incesante de compradores, pero muy pocos para lo que los vendedores estaban habituados. De hecho, alguno considera que haber podido retomar su actividad será positivo «dependiendo de que la gente venga y compre, porque de lo contrario no tiene sentido», expuso ayer uno de ellos en la Vall d’Uixó.

Sandra, que vendía plátanos en esta ciudad, asegura que durante estos meses «hemos tenido que tirar de ahorros, me casaba en septiembre pero ya no va a poder ser». Lo dice con una sonrisa, porque es de pensar que «la salud es lo más importante».

Posiblemente esa es la razón por la que muchos se mueven con precauciones que nunca habrían imaginado hasta ahora. Sobre todo, en los mercados, se empieza ver a la gente mayor, que aprovecha el horario de salida para comprar como antes.