Las familias avistan de nuevo las orejas del lobo. Y esta vez parece que la desaceleración económica que asoma por el horizonte no les va a pillar desprevenidas. Muchos hogares y empresas de la provincia ya han puesto en marcha un plan B, que básicamente consiste en gastar menos y ahorrar más por lo que pueda venir. Y eso que tener el dinero en un depósito a plazos o en una cuenta corriente prácticamente rinde lo mismo que tenerlo debajo del colchón. Es decir, nada.

El fenómeno aparece descrito con pelos y señales en la estadística que maneja el Banco de España. Al cierre del primer semestre de este año, las familias y empresas de la provincia guardaban en los bancos 13.259 millones de euros, 150 millones más que a finales del 2018, cuando eran 13.109. O lo que es lo mismo: cada mes el dinero en cuentas y depósitos aumenta en 25 millones. Y si se comparan las cifras de ahora con las de hace un par de años, el crecimiento todavía resulta más espectacular: 1.118 millones más, un alza del 9,2%.

Familias y empresas de la provincia guardan en los bancos 13.259 millones de euros y la cifra supone, además, el mayor registro de la serie histórica. Nunca antes se había ahorrado tanto. Y eso es bueno y malo a la vez. Por una parte, si la economía y el empleo se frenan, esas reservas podrían convertirse en un factor clave para impedir que la desaceleración se transforme en una recesión. Por otra, y ahí está la parte negativa, acelera la caída económica. Si el consumo familiar se estanca y la inversión también va perdiendo fuelle, la demanda interna deja de tirar del carro.

Joaquín Maudos, director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y catedrático de Análisis Económico de la Universidad de València, asegura que lo que sucede ahora con el ahorro es un proceso racional y, en buena parte, se debe al miedo a una desaceleración. «Tras un crecimiento intenso del consumo de los últimos años, que desatascó el consumo retenido en años anteriores, en los últimos meses ha vuelto a aumentar el ahorro y a caer el consumo. En parte es un proceso lógico que se recupere el ahorro tras la caída de años anteriores, aunque en parte también puede deberse a la desaceleración económica y al empeoramiento de las expectativas futuras», describe. Y en el caso concreto de los depósitos, Maudos asegura que su aumento también puede deberse a la inestabilidad financiera que provoca que buena parte de las familias busquen protección en activos seguros.

De los 13.259 millones que las familias y empresas de Castellón guardan en los bancos, el grueso está en depósitos a la vista( cuentas corrientes), donde el dinero está disponible para ser gastado en cualquier momento. Nada menos que la cantidad guardada en este tipo de cuentas ha aumentado otro 4% en apenas seis años, desde los 9.577 millones al cierre del 2018 a los 9.964. En cambio, el dinero en depósitos a plazo ha ido claramente a menos y en un año ha descendido un 7%, desde los 3.532 millones a los 3.297.

El problema es que los depósitos no rinden prácticamente nada. Un ejemplo. En 2008, las entidades financieras daban a sus clientes una rentabilidad de hasta el 5% anual por captar sus ahorros durante un año, mientras que ahora muchas entidades han sacado este producto de su catálogo financiero y otras lo mantienen con un interés medio del 0,03% anual. «En un contexto excepcional desde el punto de vista histórico de tipos de interés por los suelos, si las familias a pesar de eso guarda tanto dinero en depósitos es por la falta de alternativas que ofrezcan seguridad», apunta el director adjunto del Ivie,. De ahí que haya ahorradores que han vuelto a las inversiones inmobiliarias y otros a fondos de inversión, que también van en aumento.