Las consecuencias del temporal de nieves, viento y lluvias que hace un año azotó con fuerza la provincia (calificado como el peor de los últimos 40 años por la Agencia Estatal de Meteorología) son, todavía hoy, muy visibles. Los destrozos en miles de árboles se aprecian, entre otros muchos puntos de la geografía provincial, a ambos lados de la carretera CV-207, que une Fuente la Reina y la pedanía de Los Calpes, perteneciente a Puebla de Arenoso. Es solo una muestra, ya que ejemplares caídos a causa del peso de las nevadas copan comarcas como la del Alto Mijares, donde la sensación de abandono es generalizada. Así lo expresan sus alcaldes, que lamentan las dificultades con las que se encuentran para limpiar los terrenos de titularidad privada, que suponen cerca del 80% de la superficie.

Los problemas son, básicamente, dos: la ausencia de medios y recursos económicos de los propietarios y los pequeños ayuntamientos y una política de gestión del monte excesivamente restrictiva, aseguran, que limita las opciones para adecuar el terreno.

LA MADERA / A ello hay que sumar la improductividad de la madera, de la que antes vivían familias enteras en la provincia y que en la actualidad reporta unos beneficios «irrisorios», según los munícipes. Unos ingresos que se reducen, según critican, a «dos euros o menos por cada pino».

Por lo que respecta al monte público, los ayuntamientos esperan la llegada de operarios de limpieza antes de final de año, que adecenten barrancos, caminos y pistas, en el marco del plan de empleo de la Generalitat.

«En Ludiente no ha habido brigadas de limpieza en ocho o diez años. Tras el temporal, solo se ha actuado para asegurar la línea del tendido eléctrico y esperamos que en diciembre lleguen los cuatro operarios solicitados para despejar barrancos y pistas», apunta el alcalde, Marcos Ibáñez, quien aboga por «facilitar los requisitos para las limpiezas de carácter privado».

Lo mismo opina el primer edil de Cortes de Arenoso, Javier Vilau, quien sostiene que el abandono del monte se está convirtiendo en un «mal endémico» y pide una «política de gestión más sencilla y que ponga facilidades para las labores de limpieza».

Justo Palomares, munícipe de Arañuel, asevera que «no hay término en el Alto Mijares que no tenga miles de árboles derribados». La alcaldesa de Puebla de Arenoso, Montserrat González, lamenta «un desastre natural muy grande para la comarca».