La pasada Semana Santa, la gota fría se adueñó de Castellón. Una faena para los turistas y el sector de la hostelería, pero una alegría para unos agricultores faltos de buenas noticias que recibieron con esperanza el acaecimiento que venía de la cabecera del río Millars, donde se acumularon hasta 150 litros por metro cuadrado durante el episodio. Ese agua ha facilitado que el verano sea tranquilo, pero las especificidades del clima mediterráneo provocan que los embalses tengan que llegar al otoño en un nivel que permita prevenir avenidas provocadas por otra gota fría. ¿El resultado? Que la friolera de 10.000 millones de litros de agua se han vertido al mar en solo tres meses sin servir ni para el riego de campos ni para garantizar un caudal ecológico constante en la desembocadura del Millars.

A principios de junio, los embalses de Arenós y Sitjar rozaron los 140 hectómetros cúbicos (hm3) de agua, mientras que según los últimos datos de la Confederación Hidrográfica del Júcar en la actualidad, y tras tres meses de desembalse continuo, tan solo hay 96 hm3. De esos 44 hm3 que en apenas 90 días han viajado río abajo, los regantes han utilizado alrededor de 35, según los cálculos del Sindicat Central d’Aigües del Millars, lo que arroja una diferencia aproximada de 10 hm3 (10.000 millones de litros de agua o más de la mitad de la capacidad de un embalse como el de María Cristina). A esta cantidad habría que sumar los 60 litros/m2 registrados en el propio embalse de Arenós.

Todo este agua ha ido a parar al mar, pero tal y como explica el presidente de los regantes de la Plana Baixa, Enrique Font, ni siquiera sirve para garantizar el caudal ecológico mínimo, pues para que esto ocurra debe existir un flujo continuo durante todo el año, lo que no está garantizado en las condiciones presentes.

ALIVIADERO // Pese a que actualmente los niveles de los embalses de Castellón no ponen en peligro el riego a corto plazo, Font explicó que las características de la pluviometría mediterránea provocan que deban estar siempre atentos al cielo. «Si este otoño no llueve, en el 2020 sufriremos», aseguró.

La única solución para mejorar la racionalización del uso del agua del Millars es la construcción de un aliviadero en Arenós para que este pantano pueda almacenar 100 hm3 de forma regular (ahora apenas puede llegar a 70). No obstante, y pese a que la Confederación Hidrográfica del Júcar ha dado su visto bueno a esta obra, cuyo coste ronda los 10 millones de euros, no tiene fecha de inicio.