Las preocupaciones se agolpan en la cabeza cuando alguien recibe la confirmación de que esos síntomas que le han hecho sospechar son covid-19. Mucho más si cabe cuando eres sanitario. Ese fue el caso de Ignasi Pallarés, un vecino de la Vall d’Uixó enfermero del Hospital Provincial de Castelló, que en la actualidad no solo está completamente restablecido, sino que ha recibido la confirmación de que tiene una importante carga antiviral, la ansiada inmunidad, razón por la que le ofrecieron donar plasma para investigar las opciones de sanación para otros enfermos.

Su caso fue de los leves. Síntomas, los habituales: dolor de cabeza y muscular y febrícula. Tras una primera semana de malestar, el resto de la cuarentena la pasó bien.

Vive solo y dejó de visitar a su madre para hacerle los recados en cuanto supo de su estado. Al estar en casa lo ha pasado «bien», no tenía que preocuparse «por si contagiaba a nadie». Más bien fue el objeto de la preocupación de otros, como sus vecinos. «Enseguida me apoyaron, me tiraban la basura y se ofrecieron a hacerme la compra», dice. Cosa distinta fue el sufrimiento de su madre, que no respiró tranquila hasta que le comunicaron su negativo. Curado e inmune, Ignasi sigue siendo prudente, y sobre todo pide que la gente sea responsable y empática.