Las parroquias del norte de la provincia, que pertenecen al obispado de Tortosa, pudieron oficiar ayer la primera misa presencial dominical, una ceremonia muy esperada por los fieles tras el paso el pasado lunes a la fase 1. Morella y Benicarló fueron dos de las poblaciones que retomaron los actos religiosos, bajo las medidas de seguridad marcadas por el Ministerio de Sanidad y la Conferencia Episcopal.

Los feligreses que ayer acudieron a la iglesia se encontraron con muchas novedades. El aforo en los templos, por ejemplo, se vio reducido a un tercio, que en el caso de la arciprestal de Morella correspondió a una capacidad de 95 personas, y en ambas entradas se dispensó gel hidroalcohólico para desinfectar las manos. Según explica en párroco de la capital de Els Ports, José Ángel Pitarch, «todos los feligreses asistieron con mascarilla y su distribución se determina marcando los bancos y lugar exacto que deben ocupar, garantizando la distancia de dos metros entre personas». Mientras que las puertas de la iglesia «permanecieron abiertas durante la celebración, y tanto a la entrada como a la salida se indicó el orden para garantizar la distancia de seguridad».

Eucaristía // Eliminaron la paz entre los fieles (la dieron de palabra, sin contacto entre los feligreses) y para la comunión fue obligatorio respetar la distancia y tomar la sagrada hostia con la mano. «No hubo la respuesta amén y se indicó en qué orden debían salir», explica Pitarch, quien lavó sus manos con gel hidroalcohólico antes de entregar la forma. Los coros se vieron reducidos incluso a una sola persona, los sacerdotes no impartieron confesión y el cepillo, como en el caso de Benicarló, lo trasladaron a la entrada del templo.

La vuelta de los actos religiosos durante el proceso de desescalada de la pandemia permite, a partir de hoy, realizar funerales en la iglesia con un tercio del aforo. «Es muy importante poder despedir a nuestros seres queridos», destaca Pitarch.