Seis meses raspados, apenas 186 días habrán transcurrido entre las elecciones generales del 28 de abril y las del 10 de noviembre (10-N) cuando más de 400.000 castellonenses sean llamados a las urnas por cuarta vez en cuatro años para elegir a sus representantes en las Cortes Generales, y tendrán que decidir prácticamente entre los mismos nombres, otra vez.

Con un trasfondo histórico que solo encuentra ejemplos de legislaturas tan breves en España si se vuelve la vista un siglo atrás --hasta la última de la Restauración, en 1923-, a los partidos les toca apretar el acelerador para confeccionar las listas que el BOE debe publicar ya el 15 de octubre, y no hay disposición alguna a entrar en procesos internos que desgasten todavía más su imagen.

Lograr movilizar a más o menos electores puede decidir un avance suficiente del PSOE o lo contrario, teniendo en cuenta que la abstención se redujo en la provincia hasta el 22%, tras alcanzar el 26% en el 2016.

El escenario

En el caso de los socialistas castellonenses, tras las tensiones entre unas y otras familias que llevaron, finalmente, a encabezar la lista a Susana Ros, afín a Pedro Sánchez, y el trasvase de Artemi Rallo al Senado, no se espera ni un solo cambio en unas candidaturas que ya les llevaron a sus mejores resultados en muchos años. Un total de 92.075 votos (26.000 más que en el 2016), el indiscutible primer puesto, dos escaños en el Congreso y tres en el Senado, y ahora el riesgo está en perder fuelle, aunque las encuestas les darían una tendencia al alza.

Por su parte, los populares, quienes cosecharon una clara derrota en las últimas generales en la provincia, al perder casi 42.000 apoyos y quedarse en 63.672 y un pedazo de apenas el 20,38% del total, tampoco esperan variaciones sustanciales en sus listas. La excepción es la del número dos al Congreso, Juan José Pérez Macián, quien ha confirmado que no acompañará al cabeza de cartel, Óscar Clavell, tras consolidar su vuelta a ejercer su profesión como abogado. Salomé Pradas seguiría también liderando ahora la lista para la Cámara Alta.

Más complicada es la situación de Compromís y Unidas Podem, con la expectativa --para la que no hay apenas días-- de recuperar o no la coalición A la valenciana, que obtuvo un escaño por Castellón en la persona de Marta Sorlí --quien volvería a encabezar la opción si no hay pactos-- y lo perdió en abril, al acudir en solitario, con apenas 16.617 votos.

En Ciudadanos, la vencedora de la lucha interna sin cuartel en la capital, Sandra Julià, repetiría de cabeza de cartel, aunque solo fuera por falta de tiempo para cualquier cambio de planteamiento. Por último, un Vox desinflado contaría igualmente con Alberto Asarta como uno.