Circular ayer por el interior de la provincia de Castellón era una auténtica odisea... y en algunos lugares imposible. Así sucedió por ejemplo con la conexión con Teruel, a donde era imposible llegar desde Castellón. La autovía Mudéjar, A-23, estuvo cerrada durante prácticamente todo el día (solo se abrió a última hora de la tarde) y la otra gran vía de comunicación con el interior de España, la N-232, estuvo cortada todo el día en dos zonas, el puerto de Querol y el de Torremiró, aunque este último quedó abierto también por la tarde.

Asimismo, una decena de carreteras secundarias también fueron cerradas al tráfico. La mayoría en Els Ports, donde muchas localidades quedaron casi incomunicadas, pero también en l’Alt Maestrat, el Alto Mijares, l’Alcalatén y el Alto Palancia. Afortunadamente, los conductores ya estaban avisados y no se registraron demasiados problemas.

El Consorcio Provincial de Bomberos rescató por la tarde a cinco personas que se habían quedado atrapadas con sus vehículos en tres puntos diferentes de Els Ports y tuvo que llegar a Forcall, en cuyo centro de salud estaba un herido en accidente de tráfico que necesitaba traslado, para llevarlo a Morella y que desde allí la SAMU lo pudiese derivar.

Durante todo el día, en Barracas, voluntarios de la Cruz Roja de Segorbe repartieron mantas y comida y bebida caliente.

Algo que echaron a faltar muchos castellonenses que quedaron atrapados en la A-3, donde pasaron la noche. Todos denunciaron la falta de información y de asistencia que sufrieron.

Vecinos de la provincia también sufrieron retrasos en el AVE Madrid-Valencia. No en vano, 4.800 pasajeros de trenes de alta velocidad con origen y destino la Comunitat se vieron afectados. Esto, unido al colapso de la A-3, originó un vendaval político.

Los bomberos provinciales también tuvieron que rescatar a un conductor en Benlloch que, debido al agua cayó a un barranco, donde quedó atrapado.