Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el castillo de Segorbe, con motivo de las obras de restauración del llamado Fuerte de la Estrella, han sacado a la luz interesantes y variados restos que evidencian la ocupación de este cerro desde hace más de tres mil años.

Los arqueólogos Vicente Palomar y Luis Lozano señalan que el hallazgo más relevante se relaciona con un área de la necrópolis en la parte alta de la fortificación de la ciudad, «que hasta ahora nos era desconocida y que, a falta de un estudio más detallado de los materiales que han sido recuperados, se fijaría entre finales del siglo XV e inicios del siglo XVII».

Las actuaciones afectan al recinto defensivo construido con motivo de la tercera guerra carlista, levantado sobre el solar dejado por el primitivo castillo-alcázar medieval que, al tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC), era preceptivo acompañarse de las excavaciones arqueológicas oportunas que se han centrado en la extracción de los rellenos acumulados en la trinchera perimetral a lo largo de más de 100 años.

Según explican los técnicos, «al tratarse de rellenos formados en etapas relativamente recientes, los materiales que han sido recuperados se encuentran fragmentados y revueltos». «Aún con todo, se han individualizado numerosos fragmentos de cerámica con una amplia cronología que abarca desde la Edad del Bronce hasta la actualidad, pasando por la época ibérica, romana y medieval (tanto islámica como cristiana), evidenciando la continua ocupación del Cerro de Sopeña desde hace más de tres milenios», manifiestan los expertos.

Estructura original

Por lo que se refiere a las intervenciones de rehabilitación actuales, los trabajos que se plantean consisten en la restauración de este importante recinto defensivo, de modo que se levanten de nuevo los muros derruidos y las baterías correspondientes y se consoliden las estructuras conservadas. Todo ello siguiendo los planos originales, con el propósito de rescatar el considerado como uno de los ejemplares más tardíos e interesantes de su género en toda la Comunitat.

En el año 1876 se inició la construcción de este interesante fuerte artillero, según planos del comandante capitán de Ingenieros del Ejército del Centro, Nicolás de Ugarte, que con posterioridad fueron parcialmente reformados por su compañero, Francisco Rodríguez Trelles. El recinto contaba con un muro aspillerado que rodeaba la cima y tres baterías para emplazar los cañones al norte, este y sur, además de un torreón circular en el muro de la ladera oeste y un edificio de dos plantas en la entrada al fuerte, todo ello bordeado por una trinchera perimetral que unía estos elementos y permitía la protección de los defensores.