Elegir el nombre de un bebé es una de las tareas más bonitas y, a la vez, más difíciles a la que se enfrentan unos padres. Es tan larga la lista de posibilidades, que escoger es siempre una decisión complicada. Hay clásicos que, por tradición en la zona, se vinculan automáticamente con una ciudad. Es el caso de Rocío en Sevilla, Montserrat o Mercè en Barcelona y Lledó en Castellón.

Aunque llevar el nombre de la patrona de la capital de la Plana había sido hasta ahora algo frecuente, en los últimos años esa tendencia ha cambiado de forma notable. Los nuevos nombres han desbancado a Lledó, que durante este año tan solo se ha registrado para tres recién nacidas en la provincia, el número más bajo de los últimos 15 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Pierde fuelle

El nombre, el más típico en la provincia, junto a Balma, ha sufrido una caída de hasta el 77% en Castellón desde el año 2010, cuando 13 niñas fueron inscritas en el registro como Lledó. El auge en los últimos tiempos de nombres como Martina, Vega o Vera, Daniela y Lucía, que copan también el ránking nacional de preferidos, han arrinconado a la patrona de Castellón.

«Los datos reflejan una realidad y es que somos muchas Lledó en Castellón de 25, 30 ó 40 años, pero ahora mismo conoces a pocas niñas que se llamen así», apunta Lledó Mateu, de 25 años y vecina de la Plana, a quien le «entristece» que un nombre «tan nuestro se esté perdiendo». Reconoce que se trata de una decisión muy personal de los padres y que la popularidad de los nombres «va por modas», pero confía en que «solo sea una época floja».

Lola o Pepa, entre otros nombres tradicionales, son algunos de los que, al contrario de lo que ocurre con Lledó, están volviendo a ponerse. Mientras hace unos años era poco común ver a bebés con nombres tan castizos, ahora se considera incluso moderno recuperarlos. «Le pusimos Pepa porque nos gustaba por ser cortito. Con los dibujos de Peppa Pig es un nombre que se ha popularizado y al que se le ha quitado la seriedad que parecía tener. Hasta hace poco, daba la sensación de que era un nombre de abuelas solo. Resulta, además, que la bisabuela de mi hija se llamaba así y nos parecía un bonito guiño. », explica Marian García, castellonense de 33 años.