La prolongada crisis económica no ha logrado romper las tendencias básicas de los cambios sociales en la provincia de Castellón. Los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA) lo confirman al hacer un análisis de la evolución registrada en la última década. Uno de los datos más llamativos es que casi se ha duplicado desde el 2006 el número de personas divorciadas o separadas, que han pasado de 15.000 a 29.700, a pesar de que durante la recesión la cifra de rupturas había mostrado progresivas reducciones que, no obstante, se han frenado ya también en este año.

De hecho, el número de procesos superó a lo largo del último año los 1.500, una cantidad que supone un incremento de casi el 6% con respecto al anterior periodo y que, según se señala desde el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), tiene una relación directa con el comportamiento mostrado por la economía.

En lo que se refiere a los distintos estados civiles de la población castellonense mayor de 16 años, cifrada ahora en 471.100 personas por la EPA, unas 110.000 más que en el 2006, al cierre de junio de este año, los casados, cuyo peso crece casi dos puntos, son 263.900, seis de cada diez del total. El segundo colectivo en el ránking es el de los solteros, que suman 137.200 y pierden casi dos puntos porcentuales, ya que pasan de suponer el 30,9% en el 2006 al actual peso del 29,1%.

En tercer lugar, se sitúan los viudos, que alcanzan la cifra de 40.300 y pasan del 7,8% al 8,5%.

Por último, los divorciados, con un total de 29.700, suponían el 3,2% de los mayores de 16 años hace una década y ahora representan el 6,3%, casi el doble.

El letrado y exdecano del Colegio de Abogados de Castellón, Manuel Badenes, estima que el importante incremento en las rupturas matrimoniales responde a “un cambio social que es imparable”, que “va a ir a más”.

Badenes explica que “es un proceso que no tiene vuelta atrás y la gente se separa cada vez más porque los valores han cambiado en este sentido y lo han hecho con extraordinaria rapidez”.

Badenes añade que una de las causas que más ha influido es “la incorporación de la mujer al mercado laboral, lo que le da autonomía económica y permite que, si no lo desea, no tenga porque prolongar el matrimonio”.