Cuando uno se plantea adquirir una nueva vivienda, lo normal es que dirija la mirada hacia construcciones de nueva planta en zonas de expansión urbanística, lo que va en detrimento del progresivo abandono de los edificios antiguos en los cascos históricos de las ciudades. Una tendencia al alza que, de un tiempo a esta parte, las diferentes administraciones están tratando de combatir. Aunque con una finalidad compartida, la forma de perseguir el mismo objetivo es distinta.

En la provincia son varios los ayuntamientos que consideran que el modelo urbanístico debe cambiar y que la rehabilitación es una alternativa viable que permite dar salida a un sector, el de la construcción, duramente castigado tras explotar la burbuja inmobiliaria. Un buen ejemplo de esta opción como vía de recuperación económica fue el proyecto anunciado en Castelló en mayo.

Su estrategia para la transición urbana quiere dar respuesta al hecho de que «un 64% de los edificios de Castelló fueron construidos antes de 1979 y tienen carencias de eficiencia energética y accesibilidad» y que 7.000 viviendas están «en situación de pobreza energética». Su apuesta pasa por un cambio normativo y por bonificaciones fiscales que podrían alcanzar el 90% del IBI y el 95% del ICIO para aquellas obras que supongan «actuaciones sostenibles», según el edil de Transición Ecológica, Fernando Navarro. Aunque también consideran necesario establecer y aprobar ayudas directas (europeas y/o estatales) para ayudar a los hogares vulnerables.

En el caso de ayuntamientos como el de la Vall d’Uixó, la contribución municipal a la rehabilitación de viviendas en los cascos históricos está contemplada en el proyecto La Vall més guapa --que este año ha impulsado su cuarta edición--, con subvenciones directas de hasta el 60% del presupuesto para la rehabilitación de fachadas, con unos máximos de 1.500 euros para unifamiliares y 3.000 para bloques de pisos.

En la misma línea trabaja en la actualidad el Ayuntamiento de Burriana, que está elaborando las bases para la concesión de ayudas para mejora y rehabilitación de fachadas en edificios antiguos. Una opción diferente es la que ha impulsado Almassora, donde la apuesta municipal ha sido la de regenerar el centro de la Vila para hacerlo más atractivo y favorecer la presencia de vecinos, una inversión pública --con aportación de fondos europeos-- que se complementa con la gestión de una línea de ayudas para la rehabilitación en el casco antiguo --Área de Regeneración y Renovación Urbana Rural (ARRUR)--. Estas aportaciones estatales pueden ser de hasta el 40% del coste, con un máximo de 12.000 euros. En Vila-real son partidarios de potenciar y modernizar los servicios para hacer estas zonas históricas más atractivas.