El primer debate de la legislatura arrancó ayer en Les Corts con momentos broncos dentro del formato de la discusión política que dio paso a la investidura del socialista Ximo Puig como president de la Generalitat por segunda ocasión consecutiva.

La jefa de la oposición, Isabel Bonig, avisó a Puig de que ese tono intenso en las críticas no será flor de un día, sino un avance de lo que ocurrirá durante los próximos cuatro años. Bonig afeó al president lo que considera un pacto «con la izquierda comunista», y entró también en materia de corrupción, al reprocharle que «no habla de las empresas de su hermano» o de Dilvaterra. Desde la educación y la lengua, hasta las malas prácticas políticas, pasando por la igualdad, la violencia machista o, con especial intensidad, la historia de España o la memoria democrática, todo fue objeto de rifirrafes, como aquel en el que Bonig acusó a Puig de vivir en el pasado y Puig a Bonig de hacerlo en la prehistoria.

Tenso fue también el turno del síndic de Ciudadanos, Toni Cantó, y la réplica del president, con un momento álgido cuando el socialista recordó que son muchos los «entierros de amigos» víctimas de ETA a los que ha acudido en Euskadi, ante un reproche por no tener presentes a «los terroristas que asesinaron a Lluch». Sobre la intervención de la portavoz de Vox, Ana Vega, quien llegó a comparar Les Corts con un corral, Ximo Puig aseguró que le había «llegado al corazón» la apuesta de los de Abascal por ignorar el drama de la violencia machista.

TONI CANTÓ (CIUDADANOS):

El síndico de Ciudadanos en Les Corts, Toni Cantó, no ahorró ayer gestos teatrales ni acusaciones duras, introduciendo incluso el terrorismo entre sus temas, durante su intervención dirigida a Ximo Puig, pero también a casi todos los portavoces del resto de los grupos, hasta el punto de protagonizar un rifirrafe con el presidente de Les Corts, Enric Morera, quien le recordó de qué iba la sesión, a lo que el naranja respondió que él debate con quien «le dé la gana».

Cantó pidió a Puig que se guardara «la sobreactuación con el tema de los filoetarras» y que criticara, no a él, sino a quien «se va de pinchos con Otegi», gana una moción de censura «con los votos de los filoetarras» o a quien «negocia con el PNV el acercamiento de los presos», en referencia a Pedro Sánchez. El líder de Cs ofreció al president un pacto para negociar políticas «pero no sillones» si es «valiente» y alza «la voz contra el sanchismo» y se aleja «del nacionalismo de Compromís y el populismo de Podemos». Tachó de «vergonzoso ver al PSPV y al PP acusarse mutuamente en una «Pimpinella política que practican cada día».

Además de comparar a Puig con el doctor Jekyll y mister Hyde, aludió también a las prácticas corruptas de Dilvaterra, y le dedicó las mismas críticas de despilfarro y secuestro de las instituciones que él ha hecho a los populares.

PUIG A CANTÓ: «Le pido decencia»

Ximo Puig avisó al síndic de Ciudadanos, Toni Cantó, que intentar apropiarse de una bandera, como hicieron los líderes del PP, Cs y Vox en la plaza de Colón de Madrid, también es nacionalismo. En su réplica, Puig defendió que los pactos tienen su proceso y reivindicó el alcanzado con Compromís y Unides Podem-EU, frente a otros «vergonzantes», en los que «no se quieren sentar con todos los que quieren pactar».

Puig recriminó, elevando el tono, «la utilización del terrorismo» por parte de Cantó, al que recordó que en los treinta años que lleva en política ha tenido que asistir «a muchos entierros de compañeros» asesinados por ETA y le pidió «un poco de vergüenza y de sentido de la democracia y de la decencia». Ximo Puig dijo que parece que Cantó ha despertado ahora de un coma, al igual que el personaje televisivo que interpretaba, por la visión que presentó de la Comunitat Valenciana.

ISABEL BONIG (PARTIDO POPULAR):

La portavoz del PP, Isabel Bonig, avisó al president Ximo Puig, de que su partido no dará «ni un minuto de tregua» a un Consell que, a su juicio, es «un fracaso para los valencianos». Hizo un balance negativo y destacó el incremento de la tasa de pobreza infantil y las listas de espera sanitarias, la acumulación de sentencias en educación o de impagos a los centros de menores, y el abandono de la reivindicación de un nuevo modelo de financiación.

Lamentó que todas estas cuestiones no importan a los nuevos socios de gobierno, quienes llevan «un mes y medio hablando de altos cargos, sillones y asesores», y que se hable con total normalidad de la entrada en el gobierno de «la extrema izquierda, los comunistas de toda la vida, pero con iphone e ipad». «Esto es un juego de tronos y su juego tiene paralizada la administración», denunció, y dijo que si tanto les gusta Juego de Tronos está dispuesta a hablar con el alcalde de Peñíscola para «traer el trono de hierro aquí», y ver si se sientan y cierran el pacto en el gobierno y en Les Corts.

Reprochó a Ximo Puig que «no habla de la investigación a las empresas de su hermano o de Dilvaterra». Admitió sus «malos» resultados electorales, y acusó a Puig de centrarse en hablar «del pasado y del Partido Popular», lo que ha atribuido a que son un gobierno «del pasado» y «rehenes ya de su gestión de cuatro años».

PUIG A BONIG: «Está en la prehistoria»

Ximo Puig, replicó a Isabel Bonig que solo se siente «rehén» de los valencianos y solo «claudica» ante ellos. Aseguró que la dirigente popular «no ha entendido» lo que han dicho las urnas, pues es «la responsable de que el PP haya sacado los peores resultados desde 1979», por lo que tendría que «reflexionar» sobre su oposición «permanentemente crispada, fanatizada y que no ha atendido al diálogo».

«Puede continuar situada en el frente de la catástrofe: ni le va a ir bien a usted, ni a la Comunitat», alertó Puig, quien añadió que ese mensaje «catastrofista» ha llevado a los populares donde están y se lo tendrían que «hacer mirar». El president dijo que si él vive en el pasado, la popular «vive en la prehistoria, está en el Paleolítico anterior», replicó. Reclamó a Bonig que no siga descalificando a la izquierda, pues el PCE fue «fundamental» para que hubiera democracia en España en la transición.