Bañarse en el Molí la Font de Castellón está prohibido, se han incrementado las medidas de vigilancia para evitar el acceso, pero, como ha pasado durante décadas, sigue siendo un paraje, para algunos, donde darse un chapuzón clandestino para refrescarse, en especial en julio y agosto.

Este año, el Ayuntamiento ha impulsado un nuevo paquete de medidas para mejorar la seguridad y otras acciones para poner en valor este espacio natural. Para ello, la Concejalía de Sostenibilidad Ambiental renovó a principios de año el vallado perimetral del recinto, instalaron un nuevo sistema de vigilancia con cámaras y sustituyeron la pasarela peatonal. Medidas que se sumaron a las de dinamización ambiental, mejora del mobiliario, limpieza y mantenimiento.

Con ello, según explican fuentes municipales, «se ha conseguido frenar la presencia de personas que acceden sin permiso» aunque, reconocen, «siempre hay gente que no respeta las normas ni el espacio». «La vigilancia policial por las inmediaciones del paraje se ha incrementado y se instalaron placas advirtiendo de las prohibiciones», manifiestan.

La picaresca, no obstante, no tiene límites y encuentra la forma de acceder a un paraje natural de gran valor medioambiental no apto para tomar el baño.

Un manantial natural

El Molí de la Font es un manantial de agua dulce, situado entre carrizos, eneas, adelfas y campos de naranjos, olivos y algarrobos en el paraje de la Font de la Reina, situado a poco más de cuatro kilómetros al noroeste de Castellón. A unos 20 metros del manantial, se encuentra el antiguo molino (Molí de la Font) y la estructura de canales cercana al ullal permite que los primeros metros del caudal queden retenidos en una pequeña charca rodeada de carrizos y eneas que hacen de marco natural a una amplia variedad faunística.

Está cerrado al público para garantizar su protección, pero abre sus puertas a las visitas el segundo sábado de cada mes.