Lima. Capital de Perú. Son las dos de la tarde cuando Junior corre las cortinas. ¡Es la hora matador!, exclama con cierta timidez el mozo de espadas, que ayudará a vestirse a Paco Ramos. No es un día cualquiera para el de Onda, que nada más incorporarse centra su mirada en una silla arropada con un precioso terno grana y oro, el color de los valientes, que lucirá para una de las citas trascendentales de su carrera; la confirmación de alternativa en la plaza de toros Acho, en Lima. Queda hora y media para que suenen los clarines del miedo.

El torero se ha querido vestir en la misma habitación en la que desde hace cinco años sueña cada noche con ser figura del toreo. Es la 205 de un hotel sin nombre, modesto, cuya propietaria, Linda, ha estrechado lazos de amistad que rozan el calor familiar. Se encuentra a apenas 300 metros de la plaza, en el céntrico distrito del Rímac, justo enfrente del Potao, que es donde tiene su centro la Policía Montada.

Es la habitación de los sueños y la esperanza, la que compartió durante muchos años con su hermano Octavio Chacón, hasta que este cambió el tabuco por las moquetas cuando saboreó las mieles del éxito. Vestido de torero, su apoderado Víctor Hugo le aprieta los machos. Como Camará hiciera con Manolete. Es hora de partir hacia la plaza y lo hace andando, flanqueado por su cuadrilla, por el que considera como su barrio. ¡Suerte Paco! le desean algunos vecinos de la calle Fausto Castañeda, que desemboca en el mismo patio de cuadrillas. Cierto, es uno más del barrio.

A las tres y media en punto de la tarde sus manoletinas pisan por vez primera el bicentenario coso de Acho. Liado con un capote de paseo en oro bordado con la imagen del Señor de los Milagros, cristo que da nombre a la feria taurina más importante de Perú. Una preciosidad. Un regalo de su amigo Ronald Denegri, que incluso fue bendecido en el Altar Mayor del Santuario de Las Nazarenas. La ocasión lo merecía, hacía casi veinte años que un torero prodigado en las plazas de provincia no toreaba en la capital. La responsabilidad era alta. Paco tenía la oportunidad de reivindicarse allende los mares, como tantas veces ha hecho, pero esta vez desde un altavoz de resonancia como Lima. Pero salió Obstinado y barrió toda esperanza de un plumazo. Más bien de un gañafón, que era lo que le sobraba en su descompuesta embestida. Eso sí, quedó constancia de su oficio y madurez. Es lo que se vio y se adivinó. Si un toro le embistiera... murmuraba un aficionado cabal mientras sorbía su chilcano de pisco.

«Sin ser lo que yo pretendía, este paso por Lima me va a valer, de hecho, tengo tres corridas contratas para diciembre. Voy a seguir luchando y nadie me va a parar. He demostrado que he evolucionado y que soy mejor torero. Solo quiero que se me reconozca en mi país». Palabra de torero.

Un grana y oro con bordado de corazones, un vestido de muchas esperanzas e ilusiones

El vestido grana y oro que estrenó en su confirmación fue confeccionado por el sastre limeño Jorge Luis Jave Azañero. Está inspirado en otro terno que el de Onda lució en los inicios de su carrera, del mismo color y bordado, y que le dio mucha suerte. Este vestido era un guiño al pasado, pero también al futuro, y es que Paco Ramos tiene la ilusión y la esperanza de lucirlo ante sus paisanos en la próxima Feria de la Magdalena de Castellón. Lo tiene bien merecido. El año pasado cortó una oreja de gran valor ante la corrida de Adolfo Martín y demostró que tiene la capacidad de afrontar retos mayores. Ese es su objetivo, triunfar en Castellón y volver a Las Ventas. ¡Suerte!