Continúa la polémica en la Marjal y todos se denominan marjaleros. Atónitos los que estaban allí desde el principio con arrugas, ojos vivaraces y sonrisa irónica, han levantado la mano. Levantan la mano para pedir la palabra porque son de una generación sumisa y obediente pero ahora, con la desvergüenza que da la vejez, quieren hablar.

Fueron sumisos cuando el Ayuntamiento pidió dinero al Estado para desecar unos terrenos poco productivos e insalubles para la ciudad, un dinero de Fomento que no llegó a los sumisos, desecaron los terrenos capazo a capazo hasta el nivel que les marco el Ayuntamiento. Su sumisión siguió cuando se cobró contribución por sus casetas de apero, lo hicieron pagando por duplicado el Coto Arrocero. Y continúan sumisos cuando para no devolverles los impuestos que se les había cobrado los legalizaron pagando obra nueva a Hacienda, escrituraron y en silencio. Gracias a ellos se consiguieron fondos europeos, pero ellos igual pagaron el alcantarillado. ¡Pero sorpresa! Ahora, con avanzada edad, sin viviendas porque se caen, no pueden tocarlas porque ya no son ni de labranza pero tampoco urbanas. Sonríen y mirando a los ojos de los políticos, técnicos, ecologistas y asociaciones levantan la mano y dicen: “No em toqueu lo que fa riure i arregleu-ho, o este marjalero vos farà una escolteta antes de que el desahucieu des del consistori tan sols per respectar la terra i cumplir lo que manareu”. H