Ahora ya es la semana después. Mientras el eco de las urnas del 10-N sigue vivo en las difíciles negociaciones para formar un gobierno estable en Madrid, los partidos, también en Castellón y la Comunitat Valenciana, comienzan a hacer recuento de los efectos de los resultados electorales en clave interna y con la mirada puesta en el futuro.

Un repunte del bipartidismo, aunque con el alza también de la fragmentación, deja un PSPV que ha visto decrecer sus apoyos, en una suerte de aviso en un contexto en el que los movimientos internos ante la expectativa de que su líder, Ximo Puig, se retire de la competición por la secretaría general --o no--, ya están en marcha. También queda un PPCV, el de Isabel Bonig, en el que el malestar es creciente en sus filas porque los números al alza que han surgido de los comicios lo son menos de lo esperado. Más de un cargo espera que se adelante el congreso regional para que haya un relevo en este ámbito.

Por su parte, Vox se empodera con una posición que puede quedarse en un bluf, aunque tiene la opción de consolidar esta nueva posición de tercera fuerza. Los morados de Podem se ven ante el reto de recuperar calado social, mientras que Compromís ha fracasado en su intento de saltar al ámbito nacional. Toca recalcular.