Inquietud. Los vecinos de las localidades afectadas por el gran incendio forestal que está en estos momentos arrasando parte de la Serra d’Espadà se mostraban ayer a la expectativa, sin perder de vista las constantes tareas de extinción de las avionetas y de los helicópteros que desde las 8 de la mañana no pararon de descargar para sofocar unas llamas que, por momentos, se reavivaban creando cierta preocupación.

En Veo, por ejemplo, Miguel Miralles y Guillem Clausell comentaban el suceso ayer por la mañana con otros conocidos, a la sombra de un árbol, sentados en un banco. “Lo que más nos ha llamado la atención es el denso humo que se ha ido depositando sobre todo el pueblo y que sigue ahí”, apuntaban. Y añadían: “Durante toda la noche ha habido bastante resplandor de las llamas, las hemos estado viendo, pero no llegamos a tener miedo”.

SIRENAS Y CAMIONES // En Tales, otro bello municipio de la Plana Baixa, rodeado de frondosos pinos y chopos, quizá excesivamente bordeado de vegetación, Joaquín García paseaba mientras observaba cómo los camiones de bomberos y los todoterrenos de la Unidad Militar de Emergencias circulaban a toda velocidad, con las sirenas. “Estamos expectantes, con el alma en un puño por lo sucedido, porque nos da pena, pero no hay peligro para la población. Eso, de momento, si todo va bien y no cambia la dirección del viento”. Su amigo, Fernando Miralles, que también seguía con gran atención las labores de extinción, expresaba: “Los incendios se apagan en invierno. Eso es lo que pasa, que el monte no lo han limpiado, está lleno de zarzas y ahora pagamos las consecuencias”. Fernando aseguraba que su cuñada era una de las afectadas ya que su parcela de unas 50 hanegadas de pino bajo estaba totalmente calcinada.

Victoria Soler permaneció desde su terraza atenta a la evolución de las llamas, como Inma Badenes, quien relató: “Nos hemos pasado toda la noche aquí, sentados en sillas, viendo cómo el fuego bajaba por la montaña. Teníamos miedo, era impresionante”.