Solo tres ciudades han albergado una sede pontificia en la Historia y, además, lo hicieron de manera simultánea: Roma (Italia), Aviñón (Francia) y Peñíscola. En uno de los momentos de mayor crisis en la Iglesia Católica, el castillo que se erigió sobre el alcázar árabe del municipio, y último fuerte templario construido en España, se convirtió en la sede papal de Benedicto XIII, el papa Luna.