Haga una prueba. Salga esta mañana a la calle y dé un paseo por cualquier calle de Castelló, Vila-real, Burriana o Benicarló. Vaya por donde vaya, tiene muchísimas más posibilidades de cruzarse con una persona paseando a un perro que con una que empuje un carrito de bebé. Es la revolución de los perros y su fuerza admite muy pocas dudas. Los hay de todas las razas y tamaños. Mestizos, yorkshires, pastores alemanes, chihuahuas... El último recuento del Consell Valencià de Veterinarias, con cifras de este mismo mes de marzo, contabiliza en la provincia la existencia de 134.217 perros con microchip. O lo que es lo mismo: hay un can por cada cuatro vecinos.

Que en Castellón haya constancia de la existencia de algo más de 134.000 perros significa que hay muchos más canes que niños. Sí, lo han leído bien. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) contabilizan en la provincia 87.580 menores de entre 0 y 14 años, y lo llamativo es que la profusión de mascotas coincide en el tiempo con el fuerte descenso de la natalidad. Los animales vienen a llenar hogares unipersonales, de parejas que no quieren o no pueden tener hijos, o de familias que han tomado la decisión de comprar o adoptar un animal.

CLÍNICAS, PELUQUERÍAS...

Y a más perros, más servicios. El número de clínicas veterinarias no ha dejado de crecer (en Castellón ya son 122 los locales con actividades veterinarias, 28 más que hace cinco años), como también lo han hecho los parques de mascotas, los lavaderos, las peluquerías y los cuidadores de mascotas. Yolanda García es una de ellas. «Adoro a los animales, así que me ofrezco para cuidar a perros en mi casa. Es una manera de ganar un dinero extra haciendo algo que me gusta», explica al otro lado del teléfono. ¿Sus tarifas? 10 euros al día por el servicio de guardería y 12 euros en caso de alojamiento nocturno. «Por una hora de paseo cobro seis», añade.

Castellón se ha convertido en una provincia friendly de las cuatro patas y cuenta incluso con un resort para perros. Se inauguró el pasado verano y está situado a muy pocos kilómetros de la ermita de la Magdalena. «Mi familia son los perros y cuando quería irme de vacaciones no sabía nunca donde dejarlos. Así que se me ocurrió la idea de montar un hotel para ellos. El proyecto ha sido un acierto porque la demanda de este tipo de servicios cada vez más alta», explica Laura Expósito, propietaria del resort canino y presidenta de la protectora Manada Feliz.

Una parte importante de los 134.217 perros con los que cuenta la provincia están en Castelló. La capital, con 27.873 canes con microchip, lidera las ciudades con más población animal, seguida de Vila-real (8.772) y Vinaròs (8.748 canes). De hecho, en esta última localidad hay un perro por cada tres habitantes. A estos municipios les siguen, siempre según el censo del Consell Valencià de Veterinarias, la Vall d’Uixó (6.825), Benicarló (6.497), Onda (6.553) o Burriana (5.194).

Tener un perro está de moda y eso que no es barato. Todas las fuentes consultadas calculan que el gasto medio anual de un perro supone entre 300 y 1.000 euros. La primera visita al veterinario para implantar el microchip ronda los 40 euros, mientras que la vacuna de la rabia (anual y obligatoria) vale otros 18 euros . A todo eso hay que añadir la desparasitación regular que necesitan los animales, la limpieza y los cortes de pelo... y, por su puesto, la alimentación y las visitas al veterinario ante cualquier problema de salud. Una simple consulta de urgencia un fin de semana cuesta una media de unos 60 euros.

PLAYAS, CACAS Y ADN

Los ayuntamientos de la provincia se han ido adaptando a la realidad y poco han habilitado parques caninos y playas aptas para perros (Castelló tiene una en temporada baja y Benicàssim estudia otra para todo el año). Y a la par que crece la presencia de perros en las ciudades crece el problemas de las heces. Un dato. En los últimos cuatro meses, el Ayuntamiento de Castelló ha retirado 9.000 excrementos de mascotas de la vía pública y desde el 2015 se han impuesto 246 sanciones por no recoger las heces.

La policía actúa pero el problema de las cacas sigue lejos de estar solucionado. De hecho, es una de las cuestiones que más preocupa a los vecinos. Nules obligará a los dueños de los canes a registrar su ADN. De este modo, cuando se encuentre una deposición en la calle, el consistorio podrá saber de qué perro es y quién se ha saltado la normativa.