Cada mañana salen de casa ataviadas con guantes, gorros, chaquetones y calzado adecuado para caminar entre la espesa nieve. Desafían las bajas temperaturas y portan un listado de los hogares que deben visitar. Puerta por puerta, comprueban que todos los ancianos de Vistabella se encuentren bien, proporcionándoles alimentos, agua, medicamentos y todo lo que puedan precisar. Son estos días los ángeles sin alas de los más mayores de Vistabella.

Pili Bernat y Pipi Vidal, dos vecinas solidarias, ejercen como voluntarias e invierten cuatro horas de su tiempo diario en atender a este colectivo en situación de debilidad, que se encuentra aislado en sus viviendas debido al episodio de nevadas que comenzó el pasado jueves y que ha alcanzado más de un metro de altura en este municipio.

Si ya resulta difícil para los jóvenes salir a las sepultadas calles de Vistabella, cubiertas por un manto blanco, para tratar de recuperar la normalidad y afrontar sus quehaceres diarios; para los ancianos es misión imposible.

“Nos desplazamos a las casas, preguntamos qué necesitan y les llevamos cualquier cosa que les pueda hacer falta. Desde una barra de pan, a productos de higiene. Muchos de ellos nos dan también las recetas médicas para que les podamos llevar los fármacos que deben tomar”, explica a Mediterráneo Pipi Vidal, cuya predisposición agradecen una treintena de ancianos.

Y es que los vecinos a los que tienden, de entre 70 y 95 años, están “muy contentos” de poder contar con una ayuda que para ellas dos es “muy gratificante poder ofrecer”. También pone en valor su colaboración el Ayuntamiento de Vistabella, que se ha visto sobrepasado por los efectos del temporal.

Una situación complicada

Y es que, como reconocer la teniente de alcalde, Carla Olucha, la situación “está siendo muy complicada al haber mucha gente aislada”. “Desde el consistorio hemos tenido muchos problemas porque hay que actuar con los recursos que tenemos, que son pocos”, matiza.

Las dos voluntarias sostienen que decidieron tomar la determinación de prestar el servicio porque si fueran mayores y estuvieran solas, también les gustaría que les “ayudaran”. Para poder desplazarse por distintos puntos de Vistabella y no correr riesgos colocan grapones y cadenas en sus botas. Y es que allí, a pesar de las tareas de las quitanieves, caminar no es tarea fácil. “Hay viales demasiado estrechos apra que entre las máquinas”, lamentan.