El Hostal de la Llum puede decirse que era un local donde cabían como espectadores y participantes unas mil personas, es decir, 240 veladores y 4 sillas por mesa. Todos los gastos de instalación corrieron por cuenta del Ayuntamiento. Yo fui el programador.

A la hora de programar, más que picardías o caras bonitas, llamábamos a la puerta a la gente con prestigio musical, empezando por Marino Marini y su Cuarteto Italiano, que permitió hacer llegar a Castellón a un conjunto de grupo musical, con instrumental de Italia, técnicamente muy avanzado y con alto nivel profesional, poco habitual.

El primer año contratamos como locutor a Víctor Agramunt, que ejercía de presentador a cambio de un equipo completo de esmoquin. A partir del segundo año, al incorporarse Víctor en Madrid al mundo del doblaje cinematográfico, ya tuve que ejercer yo como presentador desde el escenario, además de gestor.

COMPETENCIAS. En los años del Hostal, tal vez como una obsesión competidora, tuve siempre la mirada y el pensamiento puesto en lo que se programaba como espectáculo en otros escenarios. Por ejemplo, aquel tiempo en que en el Teatro Principal estuvo actuando el muy popular Tony Leblanc y Lola Flores.

Al ir haciendo repaso puede afirmarse que la atracción más aplaudida fue la del grupo sudamericano de Los Rivero. Pero ¡qué maravilla los conjuntos castellonenses, orquestas y orquestinas, para animar los espacios de tiempo bailable! La lista no es corta y citamos en primer lugar a Alejandro García y su Orquesta, los Orpheo, el Conjunto Casablanca, el vibrante Jaime Palacios con su grupo y alguno más.

En otra parte de escenarios teatrales competían con nosotros, además del ya citado Tony Leblanc, otros como Pepe Marchena, Miguel Ligero, el Príncipe Gitano, incluso la presencia fugaz de Marisol y Marujita Díaz y el mismo Joselito, encabezando las carteleras cinematográficas nada menos que Lola Flores y Manolo Caracol, con Escobar en un lugar de la Mancha. Claro que, un día, en el Hostal de la Llum apareció Peret, con algunos de sus Gitanos. Y ya no hacía falta nadie más. Peret era único.

Quiero dejar claro también, que, aprovechando nuestro buen tirón en el parador, consolidamos nuestro grupo empresarial, que bautizamos con el nombre de Tombatossals, igual que los dos locales de baile que inauguramos por aquellas fechas. En el Camí La Mar para el verano, al aire libre, y en la calle Herrero, el local de invierno, muy céntrico.

Y en el Sindical, usado tanto para teatro como para cine, llamó la atención el tiempo larguísimo en que se proyectó para el público, la película Gilda. Y en otro orden, otra competencia, se aprovechaba el 50º Aniversario de las Fiestas para presentar a bombo y platillos la nueva novela de Cristina Alloza, La gran esmeralda, un éxito editorial y librero.

LOS MEJORES. Las galas de ‘Los Mejores’ fueron inolvidables, aunque la que más huella me dejó fue aquella noche en la que también asistió Concha Piquer, legendaria ya, que asistió al debut de su hija, Concha Márquez Piquer. A doña Concha tuve el honor y la emoción de ponerle en el escenario una chaquetita, que antes me había entregado, porque, según me dijo, tenía temblores de frío y de emoción.

Pero, aparte del certamen de ‘Los Mejores de España’, siempre estará en el primer plano del recuerdo, los gestos, las voces y los nombres de las actuaciones de Rocío Jurado, Julio Iglesias, Raphael, Joan Manuel Serrat, Juan y Junior, Los Brincos, Los Mustang, Los Pekeniques, Los Sirex y el propio Miguel Ríos, así como la canción La vida sigue igual, de Julio Iglesias. Y Carmen Sevilla con Augusto Algueró, María Ostiz, ya he dicho que La Chunga, las Hermanas Benítez, Pajares y Eugenio y aquella locutora presentadora de TVE que vino desde Madrid para conocer aquel gran suceso que constituyó el Hostal de la Llum. Me refiero a Maribel González, a la que le cedimos un día el micro en el escenario. Y cerca estaban Nati Mistral, Los 3 Sudamericanos, Karina, Salomé y Conchita Bautista con Dolores Vargas, Gelu, Rosa Morena y Víctor Manuel, varios ballets de Arte Español de primerísimo nivel y estrellas de la radio, con sus voces tan que resultaban tan peculiares.

He puesto el acento en La vida sigue igual porque alcanzó la más alta votación en 1968 y logró el mejor de los premios.

Por su parte, Joan Manuel Serrat, nos contó públicamente la participación en sus grabaciones con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña y su ilusión por crear un disco con el nombre de Serrat Sinfónico, de gran eco.

La anécdota la aportó Raphael con una de las puntas de su corbata llegando hasta mucho más debajo de la cintura de lo normal. En los días siguientes, yo mismo y muchos de los habituales espectadores del lugar, lucíamos también las de nuestra corbata.

Así que, el Hostal de la Llum, grande y pequeño a la vez, siempre espectacular y valioso para Castellón deja, además de historia, sus gratísimos recuerdos.