Nos despierta el ruido de la calle. Un camión pasa bajo nuestra ventana a las 08.00 de la mañana. ¿En qué andará liado? Enseguida comprobamos que los pequeños están despiertos. Las gemelas les han llamado por Discord al alba para jugar a Minecraft. ¡Bendita tecnología!

Bajo a mi perrita a pasear, compro el pan y el periódico. La situación sigue igual. Nada ha cambiado. Vivimos el día de la marmota una y otra vez. Bill Murray no soñó con esto ni en sus peores y menos húmedas pesadillas.

Navego por las redes y constato que José Benlloch, el alcalde Vila-real, se ha convertido en una suerte de héroe postmoderno. Me alegro por él. Su denuncia hizo el ruido justo y necesario. Poner al pueblo por encima de los intereses del partido le honra. Se vuelve imperativo que se decrete un duelo oficial por las veinte mil víctimas del covid-19.

Ha hecho tanto ruido que el presidente de la Generalidad, Ximo Puig, recoge el guante. En la Comunidad Valenciana sí se va a guardar un minuto de silencio, de hecho tres, por nuestros vecinos. Por nuestros ancianos. Por nuestros tíos, abuelos, primos, padres, hermanos y amigos. Porque primero están las personas. Veremos si Pedro Sánchez se entera de qué va la cosa.

Leo que el ministro astronauta, Pedro Duque, a quien admiro muchísimo, anuncia que se van a saltar ciertos pasos durante la experimentación de la vacuna contra el bicho que nos está jodiendo la vida. Y claro, me surge una duda. Si se van a saltar ciertos pasos, no a reducir, sino a saltar… ¿No será que esos pasos no son necesarios y solo existen como parte de un exceso de burocracia gubernamental?

Mi mujer me dice, a media mañana, que ha descongelado costillas. Eso significa que me toca hacer un arrocito de cerdo. Me sale de rechupete, esa es la verdad. No me gusta la falsa modestia. La paellita de alcachofas y costilla de cerdo me sale de rechupete.

DESPUÉS DE COMER seleccionamos una peliculita de Apple TV. Una del inefable Vin Diesel. ¡Error! El caso es que descubrimos ayer ese canal, que se suma a Netflix y Prime Video. Si en los ochenta se dijo aquello de Video kill the radio star, en los años veinte del siglo XXI cabe decir: Internet kill de TV star.

En una web de estrenos cinematográficos veo que Hollywood está trabajando ya en una cuarta entrega de Matrix. Veinte años después de que Neo nos abriera los ojos al elegir la pastilla correcta, regresa a las pantallas la verdad de la vida. Porque sí, yo también creo que vivimos en Matrix. O en algo parecido.

A media tarde nos ponemos con la sesión diaria de lectura. Novelas juveniles, revistas, algo de poesía y narrativa. Sobre todo mucha narrativa. Leer nos hará libres. Todo lo libres que se puede ser en este mundo de esclavos.

A las ocho salimos al balcón a aplaudir. Como cada tarde, un coche patrulla circula por el bulevar con las sirenas a todo trapo. Aplaudimos a nuestros sanitarios. Saludamos a los vecinos del edificio de enfrente. Y sonreímos. No estoy seguro. Tal vez sea la primera vez que sonreímos en todo el día.

Así pasan las horas. Y yo no escribo ni una jodida línea de mi nueva novela.

¡Maldito virus!

*Escritor