Fin a la Semana Santa 2018 y bienvenida la Pascua. La procesión del Encuentro, en la que la imagen de la Virgen del Amor Hermoso reverencia al Resucitado en la plaza Mayor, en una de las estampas tradicionales de los días sacros castellonenses abrió la puerta a la Pascua que, en esta tierra, tiene unas señas de identidad propias. Pascua como diversión, entrada a la primavera, y júbilo.

Y, por supuesto, con la degustación de la tradicional mona, ese panquemado de origen incierto con huevos tintados y que hace las delicias de los más pequeños, regalo de padrinos y abuelos.

Aunque, tal vez la mona es la excusa perfecta para pasar un día en familia o amigos en alquerías, apartamentos, masets y recintos como el parque del Pinar del Grao, con un lleno hasta la bandera en sus instalaciones al aire libre en el domingo de Pascua.

Así lo decía José Luis, quien señalaba que: «todos los años venimos la familia a comer la mona aquí». También, Pedro, con sus amigos, decía lo mismo. Unas celebraciones de Pascua que se prolongarán hasta la festa de Sant Vicent, el próximo 9 de abril.