La obligada adaptación al inédito escenario provocado por la pandemia está dejando paso a un clima de agotamiento generalizado, que lejos de ser inocuo deriva en problemas a nivel psicológico que se extenderán a largo plazo.

Y es que, los profesionales de la provincia en la materia advierten del «otro coste» del virus: «Ahora nos preocupa en primer lugar lo sanitario, como es obvio, y lo económico, pero una vez que pasemos estas prioridades vamos a tener que atender otros aspectos como los problemas psicológicos», explica al respecto Antonio Sellés, psicólogo clínico del Instituto de Terapia Gestalt de Castellón.

«Todos los problemas que habían se han agravado y, probablemente, la mayor parte de la población esté afectada por el cansancio que provoca la situación, con la incertidumbre sobre la actividad económica y social y la propia enfermedad», añade Sellés.

La ansiedad, los problemas para dormir, la falta de ganas para hacer cosas o, incluso, el estrés postraumático son algunas de las múltiples patologías asociadas que relatan tanto este profesional como desde el Colegio de Psicólogos Clínicos de la Comunitat Valenciana, desde donde incluyen otras como los miedos específicos al contagio o la muerte, así como trastornos diversos.

Además, desde la entidad inciden en que «se estima que entre una tercera parte y la mitad de la población expuesta podría sufrir alguna manifestación psicopatológica» y llaman a «no minusvalorar estas problemáticas», ya que detallan que «suponen una afectación relevante en la salud de las personas, pues en los casos más agudos implican un malestar muy incapacitante, que incrementa las bajas laborales», afirman sobre las consecuencias.

No obstante, la ratio de psicólogos en la sanidad pública de la Comunitat Valenciana, según datos de la agrupación profesional, se encuentra en dos por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de los cinco que figuran en la media a nivel nacional.

Reforzar el sistema

Por ello, el Colegio reivindica la necesidad de «reforzar las redes de salud mental», lo que a su criterio pasa por «incluir la figura del profesional de psicología en la Atención Primaria», ya que esto obliga a «gran parte de la población a acudir a la atención en el ámbito privado».

Además, también apuestan por «diseñar planes de acción para atender eficaz y eficientemente el aumento de problemas mentales o psicológicos que están apareciendo y aparecerán». A modo de ejemplo plantean el caso de la línea telefónica habilitada en toda España para ofrecer a la ciudadanía una primera intervención de un experto y que cerró con más de 13.500 intervenciones, «cubriendo el vacío asistencial».

Pese a todo, Sellés llama a afrontar la situación recurriendo a «lo que no hacemos», y que pasa por «tratar de poner un punto positivo para que esa capacidad de ilusionarnos no recaiga y que también carguemos en nuestra mente una perspectiva positiva», a la vez que recuerda, apoyado en esta misma visión del escenario vigente, que «nuestras vidas no están tan mal, sino que tenemos una amenaza» a la que hacer frente en estos momentos de crisis hasta que fructifique la muchas veces ansiada solución.