Poco más de seis meses después de las últimas elecciones generales, el próximo 10 de noviembre toca volver a las urnas. Y en Castellón los socialistas volverían a ganar. Es más, ampliarían su ventaja con respecto al PP y lo harían a costa de Unidas Podemos y Ciudadanos, los grandes derrotados. Vox pasaría a ser la tercera fuerza política en la provincia, mientras que Més Compromís sacaría rédito de su alianza con Íñigo Errejón y podría incluso obtener un diputado por Castellón, escaño que se disputaría con la formación de ultraderecha. Esa es la principal conclusión que se extrae, a nivel provincial, de la encuesta elaborada por Invest Group para Mediterráneo, Levante EMV e Información. Para el conjunto de la Comunitat, el sondeo da al PSOE dos diputados más, con los que pasaría de 10 a 12. El PP aumentaría un escaño.

Si a nivel nacional los especialistas en el universo demoscópico advertían que repetir las elecciones podía suponer un tiro en el pie para los partidos de izquierda, en Castellón el PSOE saldría reforzado en comparación con los comicios del 28 de abril, cuando ya obtuvo una holgada victoria (la primera en 30 años en unas generales). Así, el PSOE lograría en la provincia el 35,2% de los votos y tres diputados al Congreso, uno más de los que obtuvo en las generales de abril, por lo que a Susana Ros y a Germán Renau (que repetirían) se añadiría ahora Mari Carmen Aguilella.

En el conjunto de la Comunitat, los socialistas obtendrían el 32,7% de los votos (un 2,5% menos que en Castellón) y sumarían dos escaños (pasarían de 10 a 12) y todo gracias al diputado que ganarían en la provincia y también en València, donde pasarían de 4 a 5. En Alicante mantendrían los mismos escaños que tras el 28A.

A quien también le irían mejor las cosas es al PP de Isabel Bonig, que recupera una ligerísima parte del terreno perdido en los últimos años. Los populares obtendrían en Castellón el 22% de los votos, un 1,62% más que en la cita del pasado abril, pero ese aumento no sería suficiente para ganar escaños. Se quedarían con un diputado por la provincia (Óscar Clavell) la misma cifra que obtuvieron en las últimas generales. En cambio, en la Comunitat sí aumentarían sus representantes en la Cámara Baja: pasarían de 7 a 8 escaños (les apoyarían un 22,4% de los votantes) y todo gracias al tirón de Alicante, donde el PP es la única formación que crece en representación parlamentaria y pasaría de 3 a 4 escaños. Pero pese a que la mejora parece evidente y va en consonancia con lo que auguran las encuestas en toda España, los resultados de los populares seguirían muy lejos de los que cosecharon en 2016, cuando en la provincia fueron la primera fuerza política al ser respaldados por más de 35% de los votantes.

COMPROMÍS Y ERREJÓN SUMAN // La encuesta coloca al PSOE como el motor de la izquierda valenciana en el Congreso pero Compromís, uno de sus aliados en el Botànic, también crece. Y no poco. En Castellón, la coalición de Mónica Oltra que en estas elecciones se presenta junto a Más País, doblaría los apoyos. Més Compromís recibiría el 11,3% de los votos (en abril logró el 5,32%) y se colocaría como la cuarta fuerza. El sondeo da a la coalición entre 0 y 1 diputado (en los pasados comicios no obtuvo representación por la provincia), con lo que es posible que Marta Sorlí ocupe un sillón en el Congreso de los Diputados, como ya lo hizo en el 2016.

En la Comunitat, los valencianistas también avanzan y podrían llegar a tener entre 3 y 4 diputados (en la última cita con las urnas lograron solo uno), lo que demostraría que su alianza con el recién estrenado partido de Errejón le saldría redonda. Més Compromís volvería así a la representación que logró en el 2016 (4 escaños), cuando se presentó con Podemos y Esquerra Unida.

Vox, por su parte, resiste e incluso crece ligeramente. En Castellón pasaría a ser la tercera fuerza política (por delante de Unidas Podemos y Ciudadanos) y recibiría el 12% de los votos (en las pasadas generales tuvo el 11,9%). La encuesta de Invest Group le otorga entre 1 y 0 diputados (ahora no tiene representación), por lo que Alberto Asarta (cabeza de lista por la provincia) podría obtener escaño. En la Comunitat, Vox también aguanta y podría hacerse con entre 3 y 4 escaños (ahora tiene tres).

DESCALABRO DE CIUDADANOS // La formación naranja sería la mayor víctima de la repetición electoral y en Castellón perdería su único diputado (Sandra Julià), dado que solo obtendría el 6,9% de los votos (en los comicios de abril logró más del 16%), pasando de ser la tercera fuerza a la sexta. Lo mismo ocurrirá en la Comunitat, donde podría perder 4 de sus 6 diputados y se quedaría con 2.

Unidas Podemos pagaría el choque de Iglesias con Sánchez para la formación de Gobierno. En abril recibió en Castellón el apoyo de casi el 14% de los votantes, mientras que ahora la encuesta le otorga el respaldo del 9,1%. Y eso se traduciría en la pérdida de su único diputado, con lo que Marisa Saavedra se quedaría fuera. En el conjunto del territorio valenciano bajaría 2 escaños.

La encuesta señala en la Comunitat un afianzamiento de las formaciones de izquierda: PSPV-PSOE, Més Compromís y Unidas Podemos. Las tres sumaron 16 escaños el 28-A. En noviembre, pasarían a tener entre 18 y 19. La derecha, por contra, pagaría la debacle de Ciudadanos, sin que la subida del PP compense la vía de agua abierta por el lado naranja. Ello a pesar de que populares y Vox son los que registran una mayor fidelidad de voto, el 80%.

Además, los ciudadanos de la Comunitat tienen pocas dudas de que el ganador el 10 de noviembre será Pedro Sánchez. Tres de cada cuatro entrevistados (73,3%) dan por segura la victoria del ahora presidente del Gobierno en funciones, porcentaje que en Castellón es del 70,7%.

Otro factor que la encuesta vaticina es que la abstención va a ser superior a la que se registró en abril, en un ambiente entonces de fuerte movilización. Los valencianos que declaran con seguridad que irán a votar el 10-N son el 68 %. Para situar el dato, en la encuesta que la misma firma realizó para Prensa Ibérica antes de las generales de abril, este porcentaje se elevaba hasta el 81,4 %. Después, la participación real en aquellos comicios fue del 76,3 %. Una traslación de esta circunstancia permite aventurar ahora que la participación será varios puntos inferior a ese 68% y, por lo tanto, una de las más bajas en unas elecciones generales.