Nerviosos y esperanzados. Así se sienten muchos de los estudiantes que se presentan a las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU). Durante tres días, solo son un número. La rivalidad está servida. Por eso, siempre sorprende convertirse en el selectivo más brillante. Con el tiempo, la selectividad se convierte en un trámite más que salvar para conquistar sus sueños. Pero, ¿qué ha ocurrido con aquellos que lograron alcanzar la excelencia en esos tres días?

Sophie Franch Marqués, de Moncofa y alumna del IES Gilabert Centelles de Nules, sacó un 9,68 en la selectividad del 2013. A pesar de convertirse en la estudiante más brillante de su año, el Bachiller y la PAU le inspiran malos recuerdos. «Los controles académicos son una imposición y realmente hay mucho más allá de la nota», opina para el Mediterráneo.

Ahora la moncofense está cursando el penúltimo curso de Traducción e Interpretación en la Universitat Jaume I de Castellón. Aunque siempre le han entusiasmado los idiomas, su pasión por estudiar Veterinaria no ha cesado, por lo que colabora con la protectora Huellas Callejeras de Castellón.

A pesar de sus conocimientos en francés, inglés y español, no está segura de dedicarse a la traducción. De momento, el curso que viene se matriculará en tres asignaturas que tiene pendientes. En un futuro más lejano, quiere marcharse a Bélgica con su pareja, «puesto que allí hay menos problemas económicos y los másters son más baratos que en España», explica Sophie. Allí, espera realizar unas prácticas como profesora de español en la universidad de Gante, Flandes.

La entrada a la universidad le hizo reconsiderar su futuro profesional. Cuatro años después, todavía no ha encontrado su trabajo ideal. Tiene muchos planes en mente, pero considera que en España no podrá ejercer de traductora, «porque los sueldos son cada vez más bajos en su colectivo», justifica. Ella alcanzó la excelencia, pero ahora confiesa que marchará al extranjero para continuar con sus estudios y, quizás, adentrarse en el mundo laboral. «Debemos ser fuertes y no dejar que nos pisoteen, para conseguir una vida digna», concluye.

La trayectoria académica de Carmen Cabrera Arnau ha sido muy distinta. Estudió en el colegio Madre Vedruna Sagrado Corazón de Castellón y se convirtió en la chica 10 con un 9.87 en las pruebas de acceso a la universidad del 2012.

De Física a las Matemáticas Aplicadas. Estudió Física en la Universitat de València y esos cuatro años de grado le ayudaron a depurar sus intereses y a descubrir que también le gustaba la Biología y la Informática aplicadas al ámbito social. Por ello, se matriculará en un doctorado de Matemáticas Aplicadas en septiembre del 2017. Sin embargo, no lo hará en España, sino «en la University College de Londres», país donde lleva «más de un año viviendo» tras el Erasmus que realizó en su último curso de universidad.

Carmen asegura que le gustaría volver a España. Cree que tiene «algo que devolverle» a su país, después de que este haya invertido en su formación en la universidad pública. Aunque en Londres ha podido encontrar más oportunidades laborales, está «concienciada» de que no puede «tirar la toalla» y de que su último motivo para trabajar nunca deberá ser «ganar dinero, sino prestar un servicio a los ciudadanos y ciudadanas».

Sophie y Carmen han vivido experiencias académicas muy distintas. Cada una tiene sus propios objetivos. Pero ambas tienen un aspecto en común: todos sus sueños parecen hacerse realidad en el extranjero.