Raquel Martí sabe muy bien lo que es la violencia de género. Y lo sabe porque la sufrió en su propia carne. En el 2012 se armó de valor y denunció a su exmarido. «Tardé dos años en salir de ese infierno y, cuando por fin lo logré, empecé a pensar qué podía hacer para ayudar a las mujeres que pasan por lo mismo que yo», explica. Raquel, que ya era voluntaria de Cruz Roja Castellón, se convirtió así en una de las voluntarias fundadoras del programa Juntes de la asociación y, desde entonces, acompaña a quienes siguen viviendo una pesadilla.

Pese a que la mayoría de las víctimas de la violencia de género tiene padres, hermanos o hijos, casi todas se sienten solas y su día a día es como una especie de montaña rusa. «Yo, por ejemplo, me sentía así. Por eso es tan importante que una mujer que sufre esta lacra pueda contárselo y recibir la ayuda y el apoyo de otra que ha pasado por lo mismo», insiste Raquel. Y eso es, precisamente, lo que hace en el programa Juntes de Cruz Roja, acompañar a las mujeres a interponer una denuncia, informarles de los recursos que existen y, sobre todo, escucharlas, tenderles la mano y decirles que no están solas.

«Para las mujeres que son víctimas de malos tratos, nosotras somos su modelo a seguir. Y es lógico. Piensan que si nosotras hemos logrado salir adelante y lo hemos superado, ellas también pueden hacerlo. ¡Y claro que pueden hacerlo!», añade Raquel. Víctimas y voluntarias comparten espacios, conversaciones, salidas (una de las ultimas ha sido al Biopar, este mismo fin de semana) y sobre todo, muchas esperanzas. «Para ellas tener una voz amiga que ha pasado por lo mismo es muy importante. La conexión entre nosotras es total», dice.