Enero es habitualmente el mes de la transición en la campaña citrícola castellonense. Recolectada la mayor parte de la clemenules, es el momento de pasar a las clementinas tardías. No obstante, el hecho de que más de un tercio de la producción de la variedad estrella en la provincia siga en el árbol provoca que los comercios apuren al máximo los tiempos para recolectar algunas parcelas que todavía reúnen las condiciones mínimas de calidad.

Esto, según el secretario general de la Unió de Llauradors, Carles Peris, afecta negativamente a la recogida de variedades como la clemenvilla o la hernandina, con una importante presencia en los campos de la provincia. «Los precios tirados de la clemenules que pactan las empresas con algunos productores desesperados están ralentizando la campaña y provocan que haya menos tratos de otras variedades y que estos sean a la baja respecto a lo habitual en otros años», indica.

En el caso de las clemenvillas, y siempre según Peris, «ningún acuerdo se ha firmado por más de 30 céntimos, cuando es una variedad que habitualmente podía superar los 35». Lo mismo ocurre con las hernandinas, que alcanzaban los 40 céntimos.