El Grao cumplió ayer con una de sus tradiciones más arraigadas del programa de fiestas de Sant Pere. La torrà de sardines fue, un año más, uno de los actos centrales de la semana marinera y, pese a que por la mañana se cocinaron 140 paellas, al caer la tarde el olor a la brasa del pescado llamó a centenares de personas a la explanada de la lonja. La Cofradía de Pescadors Sant Pere del Grao aportó 540 kilos de «sardineta bona del Grao», como la calificó el patrón mayor, Manuel Peña. «Es pescado de la lonja grauera, un regalo a vecinos y visitantes para rendir homenaje al patrón de los pescadores y del distrito marítimo; es nuestra aportación a la semana grande», explicó Peña.

Con las manos de las peñas La Borrasca y El Fanal, las sardinas fueron pasando de la parrilla a los platos, que repartieron, como una cadena, entre otras 25 y 30 personas, las reinas Laia y Eduarne, que ayer no se quitaron el traje de marineras en todo el día. Fue, sin dudarlo, la jornada oficialmente más gastronómica de Sant Pere, con una alta participación de los vecinos y visitantes, llegados de toda la provincia, y llenando la gran explanada del recinto pesquero grauero.

Pero ayer, tras el paréntesis del día grande del patrón, volvieron los toros al cartel festero, de la mano de las ganaderías Hermanos Guillamón de Sant Joan de Moró para la entrada y prueba matinal, y de La Paloma de Xalo de Alicante en la penúltima jornada del XXVI Concurs de Ramaderies, por la tarde; junto con los de Juan Albarrán, para la entrada vespertina de las peñas.

La diversión y el colorido regresaron también al circuito urbano con los disfraces, de la mano de los peñistas, que rascan los últimos momentos de la fiesta, sobre todo los de La Marxa, pero también los de otros colectivos, que se sumaron en la comitiva.