Pocos minutos después de que María Dolores de Cospedal diera una rueda de prensa para frenar el rumor, cuya autoría atribuyó a la oposición, de que Mariano Rajoy va a dimitir para asegurar que el Gobierno quede en manos del PP, Albert Rivera subió a la tribuna del Congreso. Lo hizo para anunciar su voto en contra de la moción de censura y pedir precisamente in extremis al aún presidente que dimita. A cambio, su partido daría al PP «una salida pactada» que conlleve a la convocatoria de unas elecciones a «medio plazo».

«Tiene una última oportunidad, presente su dimisión y permita una salida ordenada de la legislatura», reclamó Rivera a Rajoy. También a Pedro Sánchez le pidió que «rectifique», retire la moción y ponga fecha a unos comicios. El jefe de filas de Ciudadanos argumentó una y otra vez que ante la crisis provocada por la sentencia de la trama Gürtel no hay otra salida que «dar la voz al pueblo español», pero sin mencionar que, según pronostican las encuestas, a su formación le conviene ir a las urnas, uno de los motivos que han llevado al PNV a anunciar su apoyo al PSOE, para alejar la posibilidad de que los enemigos del cuponazo vasco lleguen a la Moncloa.

Además, Rivera no dudó en considerar que Sánchez va a formar un «gobierno Frankenstein», de la mano de «Torra, Rufián y Bildu», porque solo pretende «ser presidente a cualquier precio». Ante el duro ataque, el secretario general socialista salió, en su réplica, al cuerpo a cuerpo. Así, pidió a Rivera que no le dé «lecciones de democracia» porque la verdadera intención de Ciudadanos era que Rajoy continuara en el poder para «cocer» a los conservadores «en su propia salsa», «viendo como se deteriora el sistema» y poder de esta forma seguir acrecentando sus expectativas electorales.

Para probar su acusación, Sánchez desveló la negociación entre el secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, y el número dos de Cs, José Manuel Villegas, previa a la moción. Según su versión, los naranjas les anunciaron que «desestabilizarían al máximo posible al PP» pero, sin embargo, no apoyarían la moción para que Sánchez no capitalice una posible convocatoria electoral desde la Moncloa. «Cs no quiere elecciones, quiere que continúe Rajoy», aseveró el candidato a presidente, para a continuación señalar que él «podrá mirar a los ojos de los españoles», mientras que Rivera tendrá que «agacharlos, porque no ha sido coherente con lo que ha dicho y ha hecho».

Además, pidió a Cs que no cometa el error de Podemos, que impidió el gobierno socialista en la legislatura fallida porque los sondeos auguraban un sorpasso que no sucedió.

Rivera se revolvió. Acusó a Sánchez de bajar al barro y, a continuación, puso en su diana al bipartidismo en su conjunto, PP y PSOE, como parte del mismo lobi, siguiendo una de las tácticas que más réditos le ha dado. En este contexto, aseveró que Sánchez y Rajoy habían pactado, antes de la sentencia que va camino de defenestrar al segundo, alargar la legislatura con tal de impedir que Ciudadanos continúe ganando apoyos. «Ha presentado la moción mirando las encuestas, señor Sánchez [...] y le está haciendo el boca a boca al PP», sentenció.