La oferta de Fernando Roig se ratifica como la opción favorita del administrador concursal para salvar de la quiebra a TAU. Así se desprende del informe que Roque Gámbaro entregó ayer al titular del juzgado número 1 de lo Mercantil en Castellón, quien ahora tendrá la última palabra, en un proceso en el que pugnará paradójicamente con Sherpa, el fondo de inversión de Eduardo Navarro, el hombre que a finales de la década del 2000 entró en TAU con la promesa de reestructurarla y cuya gestión marcó el inicio del declive de la histórica azulejera.

No hay plazo oficial para que el juez tome la decisión ni está claro si optará por una segunda subasta entre las dos para que la mejoren o si bien la adjudica a una de las dos. Es una incógnita.

La oferta del presidente de Pamesa, a través de la sociedad patrimonial Portovan SL, suma 25 millones de euros, tras los que se inyectarían otros 15 en renovación tecnológica de la planta.

Se trata de la cantidad más alta de las siete presentadas a la subasta aprobada por el juzgado con la vista puesta en salvar de la extinción a TAU.

LA OFERTA // Fernando Roig ofrece 5,5 millones por la explotación industrial de la mercantil y la marca, más otros 3,5 millones por el pago de deudas y atrasos, como las contraídas con la Seguridad Social (2,6 millones); y otros 16 millones para comprar el inmueble (es el único que quiere quedarse con la nave, el resto proponen arrendarlas).

Por si fuera poco, Portovan se compromete a conservar los 143 empleos y cuenta con la bendición del Santander y el BBVA --los bancos acreedores-- y abonaría toda la operación al contado y en efectivo --eso agrada a los bancos--, y no a plazos, proponen el resto.

Por último, el proyecto del dueño de Pamesa es el único que viene avalado por un plan industrial. Si TAU pasa a su propiedad, anuncia la inversión de 15 millones de euros en la modernización de la planta para la fabricación de piezas de gran formato, de 3,20x1,60 metros, punteras en el mercado. De ahí que la idea seduzca a los trabajadores, que entienden que Fernando Roig sí “garantiza” la “viabilidad industrial futura” que desean. De hecho, han manifestado su “sorpresa” por que el administrador concursal mantenga en liza la oferta de Sherpa --23 millones--, cuyo ejecutivo, Eduardo Navarro, trabajó para TAU.

‘MUY CONOCIDO’ // Y es que Eduardo Navarro participó activamente en la reestructuración que emprendió TAU a finales de la década del 2000, cesando bajo su gestión al grueso del equipo técnico, gestor y la plantilla. Trabajadores y directivos de aquella época consultados por Mediterráneo atribuyen a Navarro el declive de la compañía con sus decisiones.

Navarro llegó a TAU a través de la consultora Improven, firma que usó de plataforma para ganar visibilidad en el clúster azulejero. Entró de la mano de uno de sus accionistas, Fernando Diago, quien entonces era también el presidente de Ascer.

Con el aval de este, Navarro comenzó a prescindir de las personas que hasta la fecha habían dirigido la empresa a nivel de gerencia, comercial, I+D+i, márketing... Decisiones que “muchas veces” fueron “incluso a espaldas de la gerencia o del resto de consejeros”, indican estas fuentes.

Se abrió así un periodo de inestabilidad cuyos efectos se multiplicaron con la crisis económica. En septiembre del 2010, Carlos Camahort, quien pilotó TAU durante 40 años, se jubilaba y abandonaba la firma, cediendo el testigo a Salvador Duart, fichaje estrella que apenas duró 18 meses. Pero el daño ya fue irreparable. Al rosario de ERE --de un millar a solo 143-- se sumaron las pérdidas: 14 millones en 2012, 8,5 (en 2013), 10,5 (en 2014) y 3,8 en el 2015.

Tras Improven, Navarro vuelve a cruzarse en TAU: su fondo de inversión, Sherpa, ofrece 23 millones, si bien no garantiza la continuidad del 100% de la plantilla y paga de forma aplazada. H