El protocolo para la atención sanitaria de la violencia de género facilita herramientas que ayudan en la detección, valoración e intervención. Así, los profesionales sanitarios disponen de un test para confirmar los casos de maltrato, integrado por una serie de preguntas. También hay un segundo cuestionario para valorar el grado de peligro. Por ejemplo, riesgo de homicidio o suicidio. Asimismo, disponen de un informe médico por presunta violencia de género/doméstica. Según Sanidad, «la legislación obliga a poner en conocimiento de las autoridades judiciales los casos de malos tratos». Para ello existe un parte de lesiones específico, que debe cumplimentar el facultativo responsable de la asistencia, siendo necesario informar a la mujer de su remisión al juzgado.

Durante la consulta, existen unos indicadores que pueden ayudar a los profesionales sanitarios. Por ejemplo, la distribución de las lesiones (cabeza, cuello y boca, lesiones defensivas en los antebrazos); rotura de tímpano; lesiones que no parecen justificadas adecuada y coherentemente, daños en múltiples áreas o hematomas en distintas fases de curación; síntomas neurológicos (pérdida de audición y visión, cefaleas, entumecimiento y hormigueo) o lesión causada por agresión sexual.

También deben estar atentos a la actitud de la mujer. Si está temerosa, evasiva, incómoda y nerviosa; si presenta rasgos depresivos, baja autoestima y sentimiento de culpa injustificado; ansiedad y angustia o irritabilidad; falta de cuidado personal; si justifica sus lesiones o les quita importancia. Si está presente su pareja y busca su aprobación o teme las respuestas. También se analiza la actitud de la pareja.