Andrián Leverone (29) y Javier Gil (29), gerentes de la nueva inmobiliaria de La Plana AlquilofácilCastellón, decidieron llegar hasta el final con la meta que establecieron en su mente. Los dos compañeros de Castelló estudiaron comercio, márketing y recursos humanos. Entre idas y venidas de ciudades y destinos que no llegaban a cruzarse --cada uno trabajaba por su cuenta--, optaron por emprender algo juntos al comprobar que compartían sus inquietudes.

«Aunque la situación actual es inestable y crítica para muchos negocios, hay que saber adaptarse y estudiar el momento. Pensábamos abrirlo a principio del verano y finalmente tuvimos que aplazarlo», declara Leverone, con la incógnita de si quizá hubiese sido peor si hubiesen esperado. «La verdad es que era ahora o nunca, ya que abandonar el proyecto no era una opción», explican. Para variar, consideran que el coronavirus no les trajo excesivos problemas, sino todo lo contrario.

«Es una coyuntura ideal para emprender en una ciudad como Castelló, ágil, acogedora, innovadora, no está tan dañada como otras en lo que a contagios respecta». Una teoría que defienden tanto Adrián como Javier, y añaden además que el flujo de trabajo es superior a lo que esperaban. «Viene mucha gente joven a realizar consultas de pisos, y esperamos que siga así, porque si volviesen a confinarnos no tenemos un plan B», en palabras de Leverone, quien dice que no es algo en lo que le gusta pensar. «Es un escenario posible, pero nosotros seguiremos al pie del cañón mientras las administraciones lo permitan porque hemos nacido para este trabajo», destacan.

«Volvería a hacerlo sin duda aunque supiera lo de la pandemia». Así de contundente habla Rubén López (36), responsable del restaurante Olivia de Benicàssim, que levantó la persiana el pasado 18 de julio.

Emocionado y ajetreado a partes iguales, pues no es ésta su única apertura en el sector --es propietario de Greta, en el paseo de la Concha de Orpesa-- López explica los obstáculos que superó para embarcarse en un proyecto de estas características, que llevaba cocinándose desde hacía meses, y al que no podía renunciar pese al virus. Con ajustes y un reseteo en la organización, este empresario tomó la delantera a la pandemia y el resultado, una acogida espectacular.

«Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos metidos de lleno. Este año fue doblemente complicado, reuniones a distancia, gestión virtual, prolongación de plazos, construir el espacio desde cero... difícil, sí, pero con profesionalidad se llega lejos», comenta a este diario. La inauguración de Olivia, su proyecto más grande hasta la fecha, fue un momento particularmente especial. «Con la situación actual nos vimos obligados a descartar una apertura al uso, así que el debut lo dedicamos a todo el personal que nos apoyó desde el principio; proveedores, plantilla, la gente más cercana. El primer día fue para ellos, fue increíble, el equipo no lo va a olvidar y yo tampoco porque sin ellos no estaría aquí», manifiesta con serio agradecimiento.

Todavía es pronto para hablar de números, pero Bueno asegura que el público tanto de Benicàssim como de fuera hizo que el riesgo mereciera la pena. Un local --abre todo el año-- que traerá sorpresas para este invierno.

«Se pueden encontrar nuevas oportunidades, si las buscas, porque ahora es cuando aparecen nuevas necesidades que hay que cubrir». Pau Miralles (28) y Roberto Esteve (28) cogieron las riendas de un negocio que no solo se exponía a una crisis sanitaria sino que además se lanzaron al mercado de la energía renovable.

Ellos, Pau de Catí y Roberto de Castelló, son los CEOS de Direnergy, una cooperativa que ultima su puesta en marcha ya que las tramitaciones se suspendieron por el estado de alarma y estos procesos legales suelen alargarse varias semanas. Ambos son ingenieros mecánicos, Pau trabajaba en una firma especializada en el diseño de máquinas hasta que ésta se acogió a un ERTE y decidieron prescindir de él, mientras que Roberto mantenía un empleo en Irlanda.

«En paro desde abril, con todo estancado, ¿qué iba a hacer?. Me inscribí en un curso de emprendedores, quedé segundo con la idea y así surgió Direnergy», manifiesta Pau, que llamó a su compañero y se vino para Castellón. Direnergy, cuya sede se encuentra en un CEDE tipo coworking de Vall d’Alba, abarca la instalación de placas solares de autoconsumo reutilizando baterías de coches eléctricos.

Una empresa con perspectiva ambiental que recibió una subvención de 2.000 € para su constitución, y a falta de los últimos trámites, ya contempla gran demanda de proyectos. «La gente tiene interés y ya nos han pedido propuestas. Es un servicio integral llave en mano que parte de una idea integral que debíamos materializar con o sin virus. Al final es visualizarlo y crear el modelo de negocio, así que las expectativas son favorables».