A veces pensamos que aquello más hermoso está lejos de casa y olvidamos que en nuestro entorno se encuentran parajes naturales que destacan por su gran belleza y valor paisajístico. Ahora, con la vuelta a la rutina tras las vacaciones, es un buen momento para aprovechar el tiempo libre, colgarse la mochila y descubrir junto a la familia o amigos los 21 parajes naturales municipales que hay en la provincia de Castellón. Desde la costa al interior los protagonistas son el agua, la fauna, la flora y los edificios históricos y religiosos. Pequeñas joyas que por sus características o extensión no cuentan con la distinción de parque natural, pero con poco que envidiar.

Con el objetivo de promover su conocimiento, la Diputación de Castellón impulsó la grabación del documental Parajes Naturales Municipales. 21 pequeñas maravillas de Castellón. Este audiovisual traslada en imágenes de ensueño la guía que la institución elaboró años atrás pensada para difundir entre los más pequeños el valor natural y cultural de estos enclaves que las localidades que los albergan protegen con esmero y cariño como un seña de identidad.

Cada excursionista puede elegir el itinerario que desee. A continuación, se seguirá la ruta planteada en el documental, que emplea como hilo conductor los colores de la naturaleza, como el azul del agua, el verde del bosque mediterráneo, o los tonos grises, marrones y ocres característicos de las montañas calizas.

Recorrido

En el norte de la provincia, en la capital de Els Ports, en Morella, se alza el paraje natural municipal Pereroles, donde el bosque de pinos, robles, encimas y acebos puebla estas montañas, en las que la ganadería está muy presente. Durante el otoño ofrece un paisaje propio de la estación, que atrae todos los años a numerosos buscadores de setas.

De ahí pasamos al Bovalar de Sant Jordi, singular por sus características, pero, sin duda, su rasgo más peculiar es que alberga un parque escultórico. El Bovalar ofrece sus senderos para llenar el día de pequeños descubrimientos. Hay dos antiguos hornos de cal que merecen una visita.

Cerca de allí se levanta la Serra del Puig de Vinaròs, que comporta un balcón al Mediterráneo con el santuario que alberga a los patrones de la capital del Baix Maestrat, Sant Sebastià y la Misericòrdia, al que se suma un poblado íbero de gran valor.

Siguiendo por la costa, se llega al Clot de la Mare de Déu de Burriana, en el tramo final del Riu Sec. La frondosa vegetación, que da cabida a numerosas aves acuáticas, se extiende frente a la Torre del Mar. Un sendero azul recorre este paraje municipal.

A pocos kilómetros de distancia se encuentra l’Estany de Nules, una joya natural con especies acuáticas de gran valor que habitan este enclave en el que el agua es el gran protagonista. Es una de las señas de identidad de esta población, donde las puestas de sol dejan un paisaje de postal.

Si se abandona la Plana Baixa y se pone rumbo al Alto Palancia, en Soneja, se ubica la Dehesa, una laguna temporal única rodeada por un bosque mediterráneo, en el que el pino piñonero monumental cobra gran protagonismo. Este enclave cuenta con varios senderos BTT para los amantes de la bicicleta de montaña.

Siguiendo la llamada del agua, el recorrido continúa en la Esperanza de Segorbe donde brota un manantial de agua que emana con fuerza de la tierra, junto a una ermita del siglo XIV y las ruinas del monasterio de los Jerónimos. Las palmeras habitan este entorno que resulta mágico.

Senderos

Sin abandonar esta comarca, se encuentra Peñascabia en Bejís, que ofrece al visitante un paisaje creado por las hoces que se van conformando con las aguas de la cabecera del río Palancia, nacido un poco más al norte. Hay muchas sendas que recorrer, ya que por Bejís pasan cinco de pequeño recorrido (PR) y el GR-7.

A 1.600 metros de altitud sobre el nivel del mar se erige el Pozo Junco, en El Toro. Muy próximo del límite con la provincia de Teruel, está situado en un altiplano de la sierra de Javalambre que ofrece grandes panorámicas. Su nombre procede de un pozo con abrevadero utilizado para dar de beber al ganado. Todo este entorno es muy apreciado por senderistas y cicloturistas que inician desde este punto numerosas rutas.

Continuando con el itinerario, la siguiente parada es el Castillo de Arenós en la Puebla de Arenoso, donde se alza esta fortaleza declarada Bien de Interés Cultural (BIC). Fue construido en el siglo XI, con una simbiosis de arquitectura islámica y medieval. Este paraje, entrada del Millars en la provincia, actúa como corredor biológico entre el sector de la Ibérica turolense y las montañas del interior de Castellón.

La próxima visita es la Torrecilla Puntal de Navarrete en Altura, un espacio con un alto valor ecológico, que alberga destacados abrigos naturales y un yacimiento ibérico, pese a los incendios sufridos. La ruta continúa hasta Benassal donde la arboleda monumental del Rivet asombra al caminante. Ofrece bellas panorámicas de las impresionantes montañas maestracenses, un inmenso paisaje de muelas y barrancos por los que circulan encajados ríos y ramblas.

La excursión prosigue en la Palomita de Vilafranca, que encierra un tesoro botánico donde crecen el tejo y el acebo. El paraje presenta un alto interés etnográfico, gracias a numerosos elementos de la tradicional arquitectura de la piedra en seco.

En Vilafamés se ubica el paraje natural municipal Sant Miquel, en el que la rica vegetación rodea a la ermita a la que cada cuarto domingo de Cuaresma suben los vecinos en romería. Y es que otro aspecto destacable del paraje es su uso social. Las sendas y caminos existentes son ampliamente utilizadas para el desarrollo de actividades en la naturaleza.

Muy cerca de allí está el Mollet de Sant Joan de Moró, en el que el bosque mediterráneo encierra el yacimiento denominado Monte Mollet, un antiguo poblado fortificado medieval que tiene la consideración de BIC.

Roca cáliza

El recorrido prosigue por la Rambla Celumbres, en los términos municipales de Castellfort, Cinctorres y Portell, donde la roca cáliza, los acantilados, peñascos e inmesos pinos sirven de entorno a los buitres leonados y las cabras hispánicas que habitan este espacio desde tiempos inmemoriales.

Siguiendo el hilo argumental de la piedra cáliza se llega al Racó del Frare de Sant Mateu, que encierra bellos rincones, como el Racó del Frare. Destaca su uso público, gracias al sendero PRV-214 y sus diferentes variantes, que en el interior del paraje discurren por diferentes barrancos.

Llegando casi al final del recorrido planteado en este audiovisual se encuentra la Mola de la Vila de Forcall, que conforma un mirador excepcional para observar la majestuosidad montañosa de la comarca de Els Ports desde un punto de excepción donde confluyen los ríos Bergantes, Caldes y Cantavieja.

Cerca de allí, a 1.350 metros de altitud, se erige la Mola de Ares, un tesoro natural que cuenta con relevantes microreservas de flora aunque suele estar cubierto por el manto blanco de la nieve durante el invierno. Su valor patrimonial está constituido por el yacimiento arqueológico Coll Monter y dos bienes de carácter etnológico, la Nevera de la Font dels Regatxols y la Font dels Regatxols.

A punto de concluir, la ruta se centra en el Castell de Atzeneta, una fortificación de uso defensivo, que data del año 1516, declarada BIC que se sitúa a los pies del macizo del Penyagolosa.

La última parada es en la capital de la Plana, en uno de los lugares más emblemáticos y queridos para los castellonenses, el Ermitorio de la Magdalena. El paraje se engloba en el cerro en cuya cima se sitúa la simbólica ermita blanca a la cual acuden miles de vecinos en romería durante las fiestas fundacionales de la ciudad. A sus espaldas se erige vigilante el Desert de les Palmes. Las vistas de la Plana desde este enclave son excepcionales.

Estas son algunas pinceladas de los 21 parajes naturales municipales de Castellón que merece la pena descubrir y disfrutar.