Calanda es mundialmente conocida por sus sabrosos melocotones, su Semana Santa ambientada con estruendosos bombos y tambores, y por ser la tierra natal de personajes ilustres como el cineasta Luis Buñuel. Esto son hechos irrefutables, pero más controversia genera una de las leyendas más conocidas de este bonito municipio turolense: La del ‘Cojo de Calanda’. Realmente hablamos de un milagro que acabó certificado por la Iglesia Católica el 27 de abril de 1641 y, a raíz del mismo, el pueblo aragonés cambió su patrón, que pasó de ser San Miguel a la Virgen del Pilar, a la que se dedicó una iglesia. Los lectores de Mediterráneo se preguntarán qué vinculación tiene la historia de Miguel Juan Pellicer con Castellón. Pues bien, el joven perdió la pierna en nuestra provincia, concretamente en la capital de la Plana.

Los hechos se remontan a 1637, cuando Miguel Juan contaba con 20 años y llegó a Castelló de la Plana para trabajar con su tío, llamado Jaime Blasco. El calandino sufrió un desgraciado accidente, pues mientras transportaba trigo en un carro de dos ruedas, cayó de la mula que le transportaba y le pasó una rueda sobre la pierna derecha, que se la rompe, fracturándole la tibia por debajo de la rodilla. El accidente sucedió a finales de julio de 1637 y otras fuentes consultadas aseguran que Miguel Juan habría venido a nuestras tierras a vendimiar.

El herido es trasladado al Hospital de València, donde el lunes 3 de agosto de 1637 consta su ingreso en el Llibre Rebedor de Pobres del centro. En el número marginal 243 puede leerse: “Miguel Juan Pellisero de 18 anys, natural de Calanda de Aragó, fill de Miguel Juan Pellisero y de María Blasco, cónyuges, llaurador. Porta unos pedasos pardos”. Poco tiempo después, concretamente en octubre de ese mismo año, es trasladado al Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, y fue allí donde se asentó tras perder su pierna que llegó totalmente gangrenada.

Así se fragua el 'Milagro de Calanda

El ‘Cojo de Calanda’, como se le llama tras el fatal accidente, salió del hospital con una pierna de madera apoyándose torpemente en una muleta. Incapacitado para el trabajo en el campo, Miguel Juan Pellicer se vio obligado a pedir limosna en la puerta del Pilar en Zaragoza, donde cuentan que oía misa todos los días y cuando llegaba la noche cogía un poco de aceite de la lámpara de la Virgen del Pilar para untarse el muñón de la pierna.

Ya en 1640 decidió cambiar de vida y regresar a su tierra natal, Calanda, siendo allí donde ocurriría el supuesto milagro. El 29 de marzo de 1640, Miguel Juan pasó el día trabajando en la era de sus padres, cargando y descargando estiércol. El calandino habría regresado a su casa sobre las diez de la noche, extenuado y dolorido, por lo que decidió irse a dormir. Ya entrada la noche, su madre clavó los ojos sobre la cama de su hijo al ver que, por debajo de la manta, sobresalían las dos piernas de Juan Pellicer. «¡Hijo, que tienes las dos piernas!», exclamó gritando la madre.

El caso del ‘Cojo de Calanda’ que dejó de serlo fue tan sonado que el monarca Felipe IV le llamó a su corte, donde acudió acompañado por los médicos que le atendieron. El jesuita holandés P. Van der Scheer, gran estudioso e investigador de los milagros de Lourdes, afirmaba, en 1909, que no había visto nunca un milagro tan sólidamente probado como el de Calanda.

Sin embargo, estudios posteriores datados de 1950 aseguran que tras desenterrar el cadáver se comprobó que casi con total seguridad la pierna no fue amputada, asegurando que Miguel Juan pudo haberla mantenido doblada para simular la amputación y cobrar la consiguiente limosna, pues lo cierto es que la herida existía y le impedía trabajar con normalidad. Sea como fuere, lo cierto es que el popular ‘Milagro de Calanda’ que tantos ríos de tinta ha hecho correr desde el siglo XVII se fraguó en Castelló de la Plana. Quién sabe si la Lledonera, al margen de la Virgen del Pilar, también tuvo algo que ver…

Buena parte de la documentación de este artículo procede del libro 'Guía de la Espana misteriosa', de Pedro Amorós.