Son una muestra de esfuerzo y solidaridad a partes iguales. No solo son personal esencial sino imprescindible para el centenar de usuarios del geriátrico Residencial Castellón que han visto como en los últimos 20 días sus cuidadoras se quedaban con ellos noche y día con el único objetivo de que el coronavirus no entrara en el centro y afectara a este colectivo tan vulnerable. Es la única residencia de la provincia en la que sus empleados tomaron esta encomiable decisión.

El domingo por la noche fue el momento de salir a la calle para estas trabajadoras que desde el pasado día 1 de abril acordaron vivir dentro de la residencia. Fue una decisión voluntaria que la mayoría volvería a llevar a cabo si fuera necesario. En las maletas se llevan el agradecimiento eterno de los residentes y de los suyos por el trato y cariño dispensado. Se ha trabajado mucho, pero se han convertido en una «gran familia». Ahora descansan en sus domicilios a la espera, del próximo lunes, volver al turno de siete días seguidos que realizará ahora la plantilla para evitar riesgos de contagios. Los empleados que ahora están en el centro han dado negativo en las pruebas.

Testimonios

«Ha sido una experiencia única. Todas hemos hecho de todo y hemos actuado como una piña», remarca Sandra Renau, responsable de calidad del centro, quien recuerda el aplauso y la música que sonaba en la residencia todos los días a las 20.00 horas. «Cuando nos íbamos el domingo, los residentes que están mejor nos despedían con lágrimas en los ojos», recuerda.

Sin duda, también han cosechado el afectado de las familias que llevan semanas sin poder ver a sus seres queridos por precaución. «Les hacemos videollamadas o les mandamos fotos para que les vean», relata.

Por su parte, la cocinera del centro, Mariló Marco, agradece el «compañerismo» y la «ayuda» recibida estos días en los que la comida ha tenido un papel clave para levantar el ánimo. No ha faltado la tradicional mona de Pascua. «Tenemos un menú estipulado, pero hemos ido adaptándolo porque a veces el proveedor no sirve algún producto».

La satisfacción por el objetivo cumplido es grande entre las empleadas, como explica la psicóloga del centro, Lola Agut. «Estas últimas semanas nos hemos convertido en su familia».

Pilar Almela es una de las limpiadoras de la residencia. «Hemos trabajado mucho, pero también los hemos pasado muy bien. Nos llevamos el cariño de los mayores», explica. «En los momentos de cansancio nos hemos ayudado entre nosotras. Entramos para una semana, después se alargó 15 días y después llegamos a 20», afirma Julia Aznar, que es auxiliar de enfermería.

El aplauso de las 20.00 horas también es para todas ellas. H